La concepción geopolítica que guía la acción militar rusa en Ucrania es pre-soviética. El ultranacionalismo que se expresa a través de Vladimir Putin, reconoce a la Unión Soviética como un logro en la medida de que dotó a Rusia de un escudo geográfico compuesto por los catorce países que la rodean. Pero aborrece a Lenin por haberle dado a Ucrania la categoría de República Socialista Soviética cuando fundó la URSS en 1922. De ese modo, el líder de la revolución bolchevique reconoció el Estado ucraniano, y como todo Estado es una “nación jurídicamente organizada”, reconoció también la existencia de una nación ucraniana. Y el ultranacionalismo niega que los ucranianos sean una nación y por ende no le reconoce el derecho a tener un Estado.
Hay corrientes ultranacionalistas y paneslavistas que sostienen teorías históricas según las cuales los ucranianos son polacos, el idioma ucraniano es un dialecto polaco y Ucrania es un Estado ficticio creado por Polonia y potencias europeas para recortar Rusia y controlarla.
Esa visión no contempla la presencia de los rutenos, o eslavos orientales, tan mencionados desde la Edad Media hasta que una porción de ese pueblo empezó a ser llamada Ucrania. Desde este ángulo de observación, el líder del Kremlin dijo que Ucrania es Rusia. O sea negó la existencia de la nación ucraniana y ahora está diciendo lo mismo pero con el lenguaje de las armas.
+ Explosión en Kiev, este jueves 24 de febrero:
Por eso, si los estrategas del ejército ruso no se equivocaron en sus cálculos y las defensas de Ucrania colapsan y se desmoronan estrepitosamente en los próximos días, Putin tendrá que elegir entre dos opciones: anexar la totalidad de Ucrania al territorio ruso, o anexar el este de Ucrania, donde hay población rusófona que quiere integrarse a Rusia, dejando la parte occidental del país como otro Estado, pero gobernado por una imitación de lo que fue el régimen de Vichy en la Segunda Guerra Mundial.
Los nacionalismos expansionistas se parecen. El Tercer Reich encarnó el ultranacionalismo que consideraba que todo territorio donde hubiese población germánica, era Alemania. Por eso, mediante el “anschluss” absorbió Austria, fué por los Sudetes en Bohemia y Moravia, ocupando luego el resto de Checoslovaquia gracias a la crédula actuación del presidente francés Daladier y el primer ministro británico Chamberlain.
La expansión territorial alemana que detonó la Segunda Guerra Mundial, continuó por el corredor del Danzig y, cuando la Wehrmacht derrotó al ejército francés y entró triunfal a París, creó un Estado títere de Berlín: el régimen de Vichy, que encabezado por el mariscal Petain se dedicó a perseguir a la resistencia maquí y a enviar a los judíos a los campos de exterminio, mientras los alemanes se apoderaban de Alsacia y Lorena.
A eso se parece la máxima aspiración de Vladimir Putin en Ucrania. Por eso una posibilidad es que Putin imponga a Ucrania un gobierno títere de Moscú, defendido por milicias “colaboracionistas” locales, mientras Rusia amputa y anexa el Este del país invadido.
Ahora bien, si fortalecido por los armamentos que le dio la OTAN, el ejército ucraniano no se desbanda sino que se mantiene en pie, resistiendo la embestida y empantanando al ejército invasor en una guerra de baja intensidad, entonces entrarán en juego las sanciones económicas de las potencias occidentales.
Ese paquete de medidas fueron diseñadas para debilitar el músculo económico de Rusia. Y con ese músculo debilitado, le sería más dificultoso sostener una operación militar tan costosa si ésta se empantanara.
Rusia pudo sostener una acción militar que duró varios años en Siria, cuando intervino para salvar al régimen de Bashar al Assad de las milicias disidentes que lo acorralaban. Pero en ese conflicto en Oriente Medio Rusia movilizó muchas menos tropas y no tenía sobre su economía el peso de las sanciones que soporta ahora.
Si la guerra se prolonga porque las defensas de Ucrania no colapsan de inmediato, cuando empiece a agotarse el músculo económico golpeado por las sanciones, Putin mirará primero a China, buscando un pulmotor económico para sobrellevar los costos de un conflicto prolongado. Y si Xi Jinping no le da ese pulmotor, entonces empezará a buscar una salida negociada.
Pero las primeras horas de la invasión mostraron una ofensiva aplastante. Los próximos días serán cruciales. Se verá si los generales y estrategas rusos calcularon bien la capacidad de resistencia militar de Ucrania, y los ucranianos que no quieren ser sometidos por Rusia sueñan con una combatividad que, de momento, no tuvo la magnitud necesaria.