Después de dos décadas de ejercicio del gobierno provincial, el peronismo cordobés amplió de manera considerable su poder con una elección de escasos antecedentes.
Juan Schiaretti no sólo logró la reelección y el tercer mandato como gobernador. Quedó en las puertas de la construcción de una hegemonía que los otros mandatarios que alcanzaron tres períodos, Eduardo Angeloz y José Manuel De la Sota, no pudieron, no supieron o no quisieron detentar.
Schiaretti le garantiza a su Hacemos por Córdoba, la nueva denominación del PJ provincial, la permanencia durante 24 años continuos en el poder, el gobierno municipal de las cinco principales ciudades y una amplísima mayoría en la Legislatura provincial. Además, el control sobre otros resortes e instancias de control, como por caso el Poder Judicial.
+ Los resultados de la elección:
Razones variadas
Las razones del contundente triunfo electoral oficialista son variadas. Schiaretti no sólo acertó en algunas cuestiones de la gestión sino que también supo interpretar la idiosincrasia de los cordobeses. Aprovechó los recursos federales que no llegaban a Córdoba en la anterior gestión nacional, evitó enrolamientos explícitos en el orden nacional, apostó a mantener dividida la oposición local y supo promocionar de manera exitosa su perfil de hacedor, que no genera esas adhesiones apasionadas pero tampoco grandes enconos o rechazos como suelen despertar los líderes políticos.
Precisamente, ese perfil bien diferente que tenía con De la Sota le dio un triunfo que el fundador de Unión por Córdoba jamás pudo conseguir.
De la Sota era un líder que desataba pasiones. A favor y en contra. Schiaretti es menos emotivo, en ese sentido. Y por eso quedarse como único conductor del espacio político fue otro de los motivos que contribuyó a su triunfo.
Heredó de su antecesor la destreza para lograr tener siempre el arco opositor fragmentado, aunque la fractura de esta vez no debe buscarse solamente en la acción oficialista sino en incapacidades y debilidades de los que hicieron poco y nada por llegar al poder.
También tomó no sólo de De la Sota sino también de Angeloz el hecho más saliente para la política cordobesa desde el regreso de la democracia: la de gobernadores que alambran la provincia en los procesos electorales.
El discurso de la isla, el cordobesismo, primero Córdoba o el flamante “los de afuera son de palo” fue música para los oídos de una sociedad profundamente conservadora. Tan es así que desde el regreso de la democracia para acá, pasados ya 10 turnos electorales, Córdoba ha tenido sólo cuatro gobernadores, superada sólo por Formosa que tuvo tres.
Sin grieta
Schiaretti entendió a la perfección esa forma de ser y logró sacar la elección provincial del turbulento y confuso panorama nacional.
Es más, aún antes que se conocieran los resultados, pidió –con la gente ya habiendo tomado la decisión de avalarlo explícitamente– pidió no hacer ninguna traslación o lectura nacional de la votación cordobesa.
Es que Schiaretti no sólo logró blindarse él y los suyos en esta campaña (donde no se sometieron a ninguna instancia que los candidatos suelen someterse) sino que también se blindó de la famosa grieta. Entre los votantes de Schiaretti de hoy, hay muchos que en menos de tres meses lo harán en las primarias presidenciales por Mauricio Macri, otros tantos por Cristina Fernández y vaya saber cuántos más por algún candidato del peronismo alternativo.
Lo mismo la lectura nacional de que Macri no logra un solo resultado provincial a favorable en las etapas previas a la búsqueda de la reelección es inevitable.
Desafíos
Con todo ese poder encima, Schiaretti abre una nueva gestión con nuevos desafíos. Más allá de que los de afuera sean “de palo”, no es lo mismo para Córdoba que el país salga de la crisis a que la profundice ni tampoco quién gobierne después de diciembre.
La inexistencia de referentes opositores provinciales claros parece ser una ventaja pero a la vez un riesgo por el hecho de que la disidencia pueda canalizarse por vías no tradicionales o por fuera del sistema político.
El desgaste de tantos años de gobierno ni se sintió en las urnas pero Schiaretti no podrá, salvo una reforma constitucional, aspirar a un nuevo período.
El gobernador ya puso en carrera a varios de la nueva camada de dirigentes peronistas pero se cuidó que todos ellos le deban algo y que ninguno pueda considerar como propio lo obtenido hoy en las urnas.