Osvaldo Flores y Sandra Violino, padres de Nico, el nene del milagro, me enviaron desde Nono estampitas del Cura Brochero y rosarios para sembrar en Ucrania.
Supe que las bendijeron. Antes de mi vuelo hacia Europa, fuimos con mi esposa Silvia a retirar la encomienda a la terminal de Córdoba.
Desde ese instante, estoy convencido de que en los momentos más difíciles tengo una compañía en mi bolsillo del chaleco de prensa.
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Mi trabajo, además de la cobertura periodística, consiste en ir dejando la imagen de Brochero en cada rincón que pueda para que el Curita se ponga a trabajar, como lo hizo siempre.
Y así lo hago: tras dejar el micrófono, coloco las estampitas en lugares de todo tipo, hasta en un refugio antibombas. Nosotros seguimos los duros caminos de la guerra, pero él se queda.
Aún tengo mucho que hacer en la región. Eso involucra a todos los hombres en conflicto, gente de Ucrania y de Rusia, autoridades y voluntarios.
Yo simplemente soy un cartero: el trabajo lo tiene el Santo Brochero.
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