Vi su cabeza perderse entre el pasillo de coronas que daba al río. No me llamó la atención porque era un hombre más entre mucha gente. Pero sí reparé en la cara de la joven policía que le seguía los pasos a una zona prohibida para el público. De curioso me arrimé y lo seguí. Yo estaba conmovido porque en la primera nota, una señora muy peronista me tomó la mano y me lloraba y me decía que se le fue el José Manuel.
En los velorios, a veces, les esquivo a las señoras porque me recuerdan a mis tías. Mis tías no lo hacían de malas, simplemente lo hacían de tías nomás. Me agarraban en los velorios y en las bodas y en cualquier reunión familiar y me besuqueaban la frente. “Cuántos años tenía cuando murió el Enrique”, preguntaban y mi mamá les decía “un añito”. “¡Ay un añito! Pobreeeecito”. Muack y la frente se me llenaba de Angel Face. Yo arrancaba el revoque de mis tías de la cara. Mi vieja jamás me dijo “no llorés que los hombres no lloran”. Hasta esa suerte tuve entre tanta desgracia.
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El hombre se alejó de espaldas a la multitud acongojada. Caminó hasta la última corona y tomó aire. Yo le vi la espalda hincharse y con el aire exhaló un “ay” áspero y un “la gran puta, che”. Y miró el cielo. Giró y le vi los ojos. Él me miró y se secó los mocos con el canto de la mano. El rostro conmovido se le fue petrificando en un segundo. Dejó que las lágrimas se vayan con el Suquía y avanzó. “Qué se le va hacer”. Pasó a mi lado y volvió al velorio hecho un hombre.
Ahí empecé a fijarme entre la gente. Lalo me había preguntado sobre las edades y yo me quedé con ganas de hablarle de ellos y de ellas. De las palmadas guapas entre los muchachos peronistas y de la sollozante entonación de ellas cantando la marcha. Entendí por qué la imagen de Schiaretti quebrado en llanto ante el cajón impactó tanto. Incluso cuando se lo ve a él y no al finado. Llora desconsolado como mis tías en el velorio de mi papá. Llora como lloramos los hombres que lloramos como cualquier ser vivo. Pero aún nos cuesta. Aún resuena ese mandato macho de “los hombres no lloran”. Ojalá pronto nos mejore la suerte.