Calma y responsabilidad. Dos claves que emergen con mucha fuerza para enfrentar con pocos antecedentes, al menos en el corto plazo.
En situaciones tan delicadas, cualquier medida puede aparecer como extrema y, por ende, objeto de controversia, más en sociedades tan afectas a transformar en polémica desde lo intrascendente hasta lo más importante.
Hay algunas señales para destacar en medio de tanta incertidumbre. El Gobierno nacional ha elegido un tono de mesura y firmeza que parece el adecuado en estas situaciones, más allá de que se discuta cada una de las acciones, orientadas más a evitar males mayores que a atacar una situación concreta.
El gesto del presidente Alberto Fernández de sumar a los anuncios del domingo al gobernador bonaerense Axel Kicillof y al jefe de Gobierno porteño y uno de los principales referentes de Juntos por el Cambio, Horacio Rodríguez Larreta, se amplió hoy a un amplio llamado a líderes de la oposición.
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Desde la oposición, empezando por el expresidente Mauricio Macri y los jefes parlamentarios, ha habido una conducta de mesura y acompañamiento, que el Gobierno ha rescatado.
La gestualidad de los dirigentes, que han evitado enredarse en polémicas que no van a frenar el virus, ha confinado al universo de las redes y otros espacios menores los antagonismos de la grieta.
Las cepas del coronavirus no van a andar preguntando si una persona es K o anti K para infectarlo. Y ese concepto sería interesante trasladarlo a nuestra apasionada discusión público.
Una buena parte de la sociedad, la que se comporta también con responsabilidad, da muestras de haber entendido ese mensaje.
Con lo cual, si en las cúpulas existe ese espíritu de cooperación y las bases sociales se comportan de esa manera, simplemente queda por aislar a los expertos en antinomias por las antinomias mismas.
La debilidad económica y social
Por lo demás, todas las medidas serán controversiales porque la situación es anómala.
El delicado equilibrio que se busca entre preservar la salud de la población y no detonar aún más la endeble economía nacional es algo que se calibrará día por día.
Argentina tiene una realidad diferente a la de los países centrales, transidos por la pandemia.
Nuestra economía informal, esa que implica que casi la mitad de la población económicamente activa no tenga un empleo en blanco, es una amenaza, en un contexto internacional incierto y un país en compleja posición de solicitar financiamiento externo.