Todos los 10 de junio se conmemora el Día de la Seguridad Vial. El dato oficial dice que en Argentina, el índice de víctimas fatales causado por accidentes viales alcanza casi los ocho mil casos por año, sin contar las otras ciento veinte mil personas que sufren lesiones por este mismo tipo de accidentes. De esta forma, se posiciona entre los principales países con muertes producidas por accidentes viales.
Esto quiere decir que cada semana, en promedio, se cae un avión y mueren todos sus ocupantes. Algo está mal.
El primer día de 2021 seis jóvenes a plena luz del día regresaban a Córdoba de una fiesta clandestina en la zona rural de Juárez Celman. El vehículo dio varios tumbos y murieron instantáneamente dos chicas y un pibe de 17 años. El conductor de ese auto no estuvo ni un día detenido.
Hace unas semanas, otra tragedia ocurrió en la Circunvalación. Un conductor que tenía 2,07 alcohol en sangre, se filmaba consumiendo cerveza mientras conducía a toda velocidad. Se fue a la banquina y les pasó por encima a dos chicas que esperaban un auxilio mecánico. Ese conductor también esté en libertad, después de estar preso apenas unos días.
Primera conclusión. Para la justicia cordobesa, vos podés causar la muerte de personas y no vas preso. ¿Toda la culpa de las tragedias viales es de fiscales y jueces permisivos? No estoy tan seguro.
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En cambio, sí puedo afirmar que en buena parte de la sociedad persiste una sensación de injusticia tremenda cuando comprueba que matar al volante tiene penas leves.
No le quiero achacar todas las fallas del sistema a la liviandad con que se administra justicia para con estos verdaderos homicidas al volante. Pero nos harían un gran favor si fueran poniendo las barbas en remojo.
Me pregunto: hasta qué punto esa regla de oro del sistema judicial que garantiza a una persona imputada seguir en libertad mientras se sustancia el proceso, se puede aplicar a estos conductores que manejan de manera criminal sin el más mínimo respeto por el prójimo.
No quiero cometer una injusticia con la justicia. Pero ya es hora que cambiemos ciertas reglas del sistema, y apliquemos sanciones mucho más duras para no seguir lamentando muertes inocentes.
La verdad que estoy harto de la lentitud con que estos casos son tratados en los tribunales. La liviandad con que a veces actúan en este tipo de accidentes. Las pericias que se demoran, el secuestro de pruebas, la declaración de testigos, todo se prolonga mientras muchos de los autores de esos siniestros siguen libres y al volante.
Reclamamos una justicia ágil, efectiva, rápida y transparente. Porque la única paz espiritual que logran las familias de los que murieron en su mayoría en la plenitud de sus vidas, recién se alcanza cuando conocen la condena efectiva de los que irresponsablemente provocaron esas muertes.