10 años pasaron del debate, de las plazas: la del sí y la del no. No voy a referirme acá sobre los votos a favor, los votos en contra, sobre las declaraciones de algunos senadores o diputados, sobre las declaraciones de la Iglesia en ese entonces. Hoy voy a celebrar el vaso medio lleno. Siempre mirando lo que falta aún.
Argentina fue pionera en la región. Hubo más de 20 mil casamientos igualitarios en esta década. Y no solo fue una comunidad la que se volvió más libre e igualitaria. Con la aprobación de la ley de matrimonio entre personas del mismo sexo, toda la sociedad argentina avanzó en la libertad y el respeto.
Si el Estado reconoce, el Estado valida. Si el Estado valida, el derecho se amplía. Si el derecho se amplía, la sociedad es más igualitaria.
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En la práctica, el matrimonio igualitario es mucho más que el matrimonio en sí: significa la posibilidad ante la ley de adquirir previsiones sociales, decisiones conjuntas en materia de salud, cobertura y planes de obras sociales, créditos hipotecarios, derechos de herencia, de adopción, inscripción conjunta de niños y recién nacidos de la pareja, etc.
La ley tuvo un fuerte impacto en la educación. Colaboró en entender y visibilizar que el concepto de pareja no es solo el de hombre y mujer. Es un camino largo y que evidencia que aún queda mucho por hacer en cuanto a la educación en diversidad.
La ley también ayudó a entender que el eje es la familia y el derecho, y no el género de la pareja.
Los invito a ver la nota con la primera pareja gay en casarse en la ciudad de Córdoba. Una historia con el mismo amor, pero con más derechos.