¿Intentó Ucrania asesinar a Vladimir Putin? Los drones cargados de explosivos que detonaron sobre el Kremlin antes de caer sobre la residencia presidencial que está dentro de la ciudadela ¿fueron lanzados por militares ucranianos con intención de cometer un magnicidio?
Es posible, pero también es posible que haya sido un auto-atentado urdido para victimizar al liderazgo ruso y justificar una represalia devastadora, que podría ser el asesinato de Volodimir Zelenski, o el lanzamiento de masivos bombardeos de saturación para demoler Kiev, Odesa, Lviv y otras grandes ciudades, en las que las muertes masivas y la devastación podría quebrar la voluntad de resistir de los ucranianos.
Que a los drones los hayan lanzado fuerzas ucranianas es posible porque Zelenski y su estado mayor tienen en claro que, como lo señalaron desde un principio la CIA y el MI-6 (inteligencia militar británica) sólo el derrocamiento o la muerte de Vladimir Putin podría adelantar el final de la guerra con un resultado favorable al país invadido. De hecho, los aparatos del espionaje occidental y también el ucraniano deben estar intentando, desde que comenzó la invasión, armar conspiraciones internas para derribar o asesinar al presidente de Rusia.
Que al comenzar la invasión las fuerzas rusas que ingresaron desde Bielorrusia hayan tenido entre sus objetivos asesinar a Zelenski, no quiere decir que ese tipo de intenciones estén sólo en el lado ruso. En agosto del año pasado, posibles agentes ucranianos lograron infiltrarse en Rusia cometer el atentado para matar a Aleksandr Duguin, objetivo que no se alcanzó porque en el automóvil del ideólogo y geopolítico del Kremlin iba sólo su hija, Daria Aleksándrova Duguina, quien murió destrozada por la bomba colocada en el chasis.
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Si Kiev intentó asesinar a Duguin por su influencia sobre Putin, no es descabellado sospechar que también intentaría asesinar al propio Putin. Pero eso no implica que los drones alcanzados por fuego antiaéreo cuando estaban por caer sobre el Kremlin hayan sido lanzados por Ucrania.
Por un lado, porque es casi imposible que un ataque aéreo pueda alcanzar al Kremlin. Se supone que todo Moscú, y particularmente la ciudadela donde late el corazón del poder, está protegida por una cúpula de misiles antiaéreos tan eficaz como el “iron-dome” que protege a Tel Aviv, Jerusalén y demás ciudades israelíes.
Además, es ingenuo pensar que Putin duerme y trabaja en el Kremlin. Desde que comenzó la guerra, se sabe en la mira de las potencias occidentales y debe pasar más tiempo en distintos búnkeres que en los sitios oficiales del gobierno.
Eso, y también el prontuario ruso de estratagemas armadas para culpar enemigos y justificar crímenes, recomienda tener en cuenta otra hipótesis sobre los drones: fueron un auto-atentado para victimizar a Putin, mostrar como terroristas a los gobernantes ucranianos y justificar el asesinato de Volodimir Zelenski o masivos bombardeos de saturación arrasando Kiev y demás ciudades importantes del país invadido, para quebrar anímicamente a la sociedad ucraniana, forzando una capitulación.
Un fallido atentado para asesinar a Vladimir Putin bombardeando el centro del poder en Moscú podría adelantar el final de la guerra, en este caso, mediante los masivos bombardeos de saturación con misiles que devasten las principales ciudades y diezmen la población ucraniana.
En ese caso, el final del conflicto sobrevendría con un resultado favorable a Putin, salvo que esa devastadora ofensiva final detone un choque directo entre Rusia y la OTAN, cuyo desenlace sería incierto, aunque seguramente apocalíptico.