Thriller. Bille Jean. Beat it. Todo el disco Dangerous. Sus shows en vivo lleno de efectos y coreografías. Su caminata lunar. Todo fue único en Michael Jackson. No hubo ni habrá hasta hoy un artista que se le asemeje. Durante casi cuatro décadas se conjugaron el éxito comercial y el alto contenido artístico en cada una de sus obras. El rey del pop no tuvo nadie que le hiciera sombra. La única sombra se la hizo él mismo.
En 1993 empezaron a salir a la luz lo que 25 años después se plasmaría en el documental “Leaving Neverland”. Ese año fue acusado de conductas impropias y de abusos a menores de edad. Nadie daba crédito a las imputaciones por aquel entonces. La familia del niño de 13 años llegó a un arreglo extrajudicial.
A pesar de este escándalo y de su extravagante modo de vida rodeado de niños, el público prefirió pensar que Jackson no podía ser un pedófilo.
En 2005 volvieron estas acusaciones a la primera plana. Esta vez fue a juicio: incluía cargos por abusos, por proporcionar sustancias prohibidas a menores y extorsión.
Luego de largas audiencias, el jurado encontró inocente a Michael Jackson. Una vez más consiguió evitar a la Justicia.
Una década después de su muerte, la condena es social. Con el estreno de “Leaving Neverland” y de los testimonios de dos víctimas. Algunas personas que vieron el documental aseguran que ya no es lo mismo escuchar sus canciones. La dureza de los relatos deja al descubierto el accionar sistemático de abusos, una “metodología” para llevar adelante un plan perverso de pedofilia.
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Muchas radios ya no pasan su música. El interrogante es enorme. ¿Qué se hace con la obra de un artista único y extraordinario cuya vida personal genera repulsión por delitos que en ciudadanos “comunes” hubieran terminado en prisión?
La respuesta no es una sola. Los periodistas y locutores de Córdoba esbozan posibles salidas a este dilema a diez años de su muerte. Video: