La semana pasada, Oriana Sabatini publicó un video en su Instagram en el que mostró su cuerpo “real” apretándose las piernas para que se marque su celulitis, contó que sufre de problemas alimenticios y dejó el mensaje de que hoy se anima a mostrarse sin miedo a las críticas, porque no hay nada que le puedan decir "que sea peor que todo lo que yo en mi cabeza ya me dije", explicó.
Ante esto, surgieron tres tipos de reacciones:
- Los que la apoyaron por mostrarse tal cual es, sin usar Photoshop ni filtros que oculten sus “imperfecciones”.
- Los que la criticaron por la hipocresía de mostrar un cuerpo hegemónico diciendo que es un cuerpo imperfecto.
- Los que no entendieron nada.
Los del primer grupo, destacaron lo que hizo como un acto de valentía. "Yo te banco Oriana", "te súper felicito", "vas a lograr que muchas mujeres no se avergüencen de lo que es NATURAL y que todas tenemos", "aprender a quererse es el mejor camino siempre", son algunos de los más de 77 mil comentarios que tiene a la fecha el posteo.
Entiendo que en una primera reacción nos surja este sentimiento de bancar a quien se está expresando desde el dolor de su experiencia. Que la presión durante toda su vida por encajar en los estándares de la moda y los medios de comunicación nos lleve a tener empatía y hasta pena por las mujeres que se sintieron así (¿acaso hay alguna mujer que nunca se haya sentido así?).
Los del segundo grupo, el más crítico con el posteo de Oriana, la acusa de seguir reproduciendo los estándares que nos imponen los cuerpos hegemónicos. Pero ¿qué significa este concepto, tan de moda hoy en las redes sociales y la lucha feminista?
Antonio Gramsci, uno de los principales teóricos del Marxismo, lo introdujo para entender cómo las clases dominantes imponen formas de ver el mundo que son percibidas por la sociedad como naturales. Lo que se llama un “sentido común” es en realidad impuesto de manera sútil, por los medios de comunicación y las industrias culturales.
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Esta idea fue tomada por el feminismo para comprender por qué todas deseamos tener lo mismo que las chicas que vemos en la tele (ahora, en las redes). Los cuerpos que deseamos, las cinturas que queremos, los rollitos que criticamos, son ideas sutilmente (en realidad es muy poco sútil) impuestas por un bombardeo constante de los medios, las redes sociales y las campañas de moda. Y hoy los influencers ocupan un rol importantísimo en la reproducción de estas ideas.
El tercer grupo, no por eso menos numeroso, se preguntó: “¿Quién le dijo a Oriana que no es linda?”. Se sigue haciendo hincapié en la belleza de su cuerpo. Y en este grupo también incluyo a los que ni leyeron el texto que acompañó el video, los que se quedaron con la belleza de esta chica. “Si así está con trastorno, no me imagino lo que sería sin trastorno”.
Este grupo simplemente no está listo para esta conversación.
El "body positive"
En los últimos años se puso de moda entre los influencers (personas que cuentan miles y hasta millones de seguidores en redes sociales) hablar del amor propio. El mostrarse "tal cual como son" y haciéndoles creer que todas serán igual de aceptadas como ellas si se muestran. El problema es que hay un solo tipo de cuerpos que pueden mostrarse desnudos y en las buenas intenciones (dejenme dudar de algunas) se esconde la misma idea de vender productos y crear necesidades.
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Con esto no estoy queriendo decir que Oriana armó un plan maquiavélico para seguir sosteniendo la hegemonía de los cuerpos perfectos. No descreo que sus inseguridades y el trastorno alimenticio sean reales. Pero su mensaje es contradictorio y sigue respondiendo a lo mismo que ella intenta destruir. Su cuerpo responde a todos los parámetros de belleza de esta sociedad: una chica joven, flaca, blanca y estilizada. Todo lo que cualquier adolescente quisiera ser.
Lo positivo es que genere reacciones y debates, que la sociedad entera esté hablando de esto que hace unos años (¿años?) solo se mencionaba en ámbitos académicos o de militancia. Es bueno que las personas que influencian a miles de jóvenes se abran a hablar con sinceridad sobre sus trastornos alimentarios, pero hay que ver más allá de lo que dicen esos mensajes y el efecto que realmente producen en quienes lo leen.
"Es muy problemático cuando esos procesos de sanación se dan bajo el ojo público, cuando las personas que no terminaron de transitarlos completamente y aún sufren una distorsión en la percepción, se presentan como casos superados y transmiten esa distorsión como normalidad", advierten desde la cuenta @mujeresquenofuerontapa sobre este caso.
“Es lo que a mi me hubiese gustado ver cuando era adolescente”, dice Oriana y le creo, pero intentemos, autocrítica de nosotros, medios de comunicación, influencers y periodistas mediante, cuestionarnos por qué una chica "perfecta" se sigue viendo imperfecta.