En una jugada burdamente preparada, el peronismo de Córdoba que maneja la provincia desde hace más de 20 años, decidió aprobar un proyecto de un opositor radical que resolvió inmolarse para legalizar los juegos online junto a cuatro legisladores comedidos del Pro.
Lo que en el fútbol se llama "arrastrar las marcas", ocurrió con Orlando Arduh y el cuarteto de la agrupación amarilla. Mediáticamente el Gobierno de Schiaretti casi no pagó costos ya que fue tan intensa la pelea por la ley en Juntos por el Cambio, que lo mas suave que se dijeron por abajo fue coimeros.
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La ley se aprobó como se aprueban estas cosas oscuras entre Navidad y Año Nuevo, con la gente demasiado distraída o concentrada en sus propios problemas. Descontando que en un par de meses ya nadie recordará quienes fueron los padres de esta criatura.
Al resto lo harán los que se queden con el negocio, ablandando con pautas publicitarias la resistencia que se ha visto en ciertos medios. El argumento utilizado para aprobar las timbas online es desopilante. Sostienen que como ya existe de manera ilegal, mejor es blanquearlo. Esto es como decir que como mucha gente se droga con cocaína, mejor es autorizarla.
No se trata de una postura moralista o religiosa, simplemente que la experiencia indica que el negocio del juego se nutre de la sangre de los más carenciados y de los más débiles.
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De gente que busca desesperadamente en el azar, lo que en la vida real no consigue, porque el país no lo ofrece. Ya tenemos la experiencia de lo que sucedió con las máquinas tragamonedas en los pueblos mas pobres de la provincia.
Está claro que el oscuro negocio del juego atraviesa la política y el financiamiento de la misma. En ese sentido, los lobistas del juego en las legislaturas de todo el país no tienen camiseta ni ideología. Nadie puede creer que esta sea una discusión inocente.