Está ahí. Siempre está ahí. Se hace notar en una demora del colectivo que retrasaba nuestra ida al trabajo, en esas velas de cumpleaños que soplamos una vez cada 365 días, o en ese último suspiro de viernes, cuando el fin de semana no llega más.
El tiempo corre, el tiempo vuela. El tiempo productivo que marca la economía de la existencia. El tiempo cuantitativo y secuencial. Hasta que ¡pum!: pandemia.
El tiempo no paró pero nosotros paramos, o al menos anduvimos más lentos o con menos distracciones. Hubo tiempo para mirarse, reemplantearse el uso del tiempo con los vínculos, con uno mismo, con todo lo que nos rodea . De pronto, como los griegos, descubrimos a Kairós.
Los griegos tenían tres dioses del tiempo, Cronos, dios del tiempo lineal; Aión, dios del tiempo eterno y Kairós, dios del tiempo como oportunidad, "el momento adecuado para hacer algo". Y, por qué no, la ocasión adecuada para reemplantearse cosas. Tiempo para pensar en el tiempo.
El testimonio de nuestro compañero y periodista Néstor Ghino al salir del "infierno del Covid", como él lo denominó, fue en esa dirección. En el medio de su crudo relato de internación y recuperación citó una frase que le dijo Joan Manuel Serrat en una entrevista: "Hay que ser muy celoso del tiempo porque lo más difícil de conseguir en la vida es el tiempo, porque perder el tiempo es perder la vida".
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Ghino trajo a su memoria esas palabras y finalizó: "Créanme que prometo a partir de ahora aprovechar cada segundo, cada minuto y vivir de otra manera".
Nudo en la garganta que se vuelve a anudar con esta otra historia, la de Hugo Míguez, investigador del Conicet, de 75 años falleció el 20 de abril de coronavirus. Desde el hospital escribió una conmovedora carta de despedida donde cuenta cómo vivió sus últimos días de internación, rodeado de un trato profesional pero sobre todo humano del personal de salud. Al final, termina diciendo: "Con estos pensamientos rondando desde hace unos años, muchas veces, me pregunté cómo quería mi salida. Sólo quiero 30 segundos lúcidos. Para poder evocar a los que quise sin que llegue a atraparme la melancolía. Me iré bien. Este hospital y su gente estará también en esos 30 segundos".
Una pandemia nos habrá robado muchas cosas, que ojalá pronto nos la devuelva, pero nos regaló la conciencia del tiempo. El tiempo como algo cualitativo y no sólo cuantitativo. La finitud no es una posibilidad, es una certeza. Quizás hoy, cuando la amenaza a la vida es invisible pero tan real, nos ayuda pensar que el tiempo no es sólo un reloj que marca horas.
Ahora no pierda más tiempo leyendo. Vaya, que Kairós lo espera. Mandele saludos y no se olvide de usar barbijo.