Para el sistema de subastas electrónicas del Poder Judicial de Córdoba vine al mundo el primero de enero del año que viene. Declarando esa fecha de nacimiento de ciencia ficción (01/01/2018) la página me autorizó a crear una cuenta que me permite operar en cualquiera de los remates oficiales que actualmente están en proceso.
El sistema es tan permeable que todos los datos que puse eran ficticios. Una invitación a jugar. Me bauticé "Lajoya Dybala". Declaré un CUIT cualquiera (el sistema no chequea que coincida con el nombre de la persona, sólo pide un CUIT real). Puse un correo electrónico truchísimo. Y fijé domicilio en una dirección inexistente en Jujuy. Y así y todo, el sistema me aceptó como usuario válido.

Ahora bien, ¿cuál es el problema? Que cualquiera podría hacer fracasar una subasta. ¿Cómo? Ofertando con una cuenta trucha sumas muy altas por el bien a subastar.
Por ejemplo, el dueño de un Renault Clío modelo 2013 que no pagó nunca el cedulón de Rentas y ahora le van a subastar el auto, puede buscar ganar tiempo creando dos cuentas truchas; se mete a ofertar sin parar y eleva el precio de su autito arriba del millón de pesos. Juega a que su Clío es más caro que el Batimóvil.
Podría ocurrir con cualquier deudor que quiere ganar tiempo para que no le saquen su bien. O sea, un sistema que depende del Poder judicial no puede ser tan permeable al sabotaje.

Hay otros riesgos, como el de la participación de menores, algo en teoría no permitido en una subasta. Hubo una chica de 12 años que llegó a ofertar vía web. El sistema no la detectó al habilitar su cuenta.
Nobleza obliga: el sitio está bien diseñado, es fácil de usar, amigable. Falta que ajusten las tuercas en lo que respecta a la seguridad. Para que este importante procedimiento del mundo judicial sea todo lo confiable y transparente que promete.
+ Mirá el Informe Telenoche: "Al mejor (im)postor"
