El Partido Colorado, cuyo nombre institucional es Asociación Nacional Republicana, es la versión sudamericana de lo que fue el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el México del Siglo 20: un partido abrazado al Estado como una enredadera, que mediante la corrupción y el fraude mantiene una férrea hegemonía de más de siete décadas.
El PRI imperó de manera ininterrumpida por 72 años, desde su creación en la década del 20 por el general Lázaro Cárdenas y Plutarco Elías Calles, hasta los años noventa.
El Partido Colorado se encaramó en el Estado paraguayo en 1947 y lleva gobernando 76 años, con la interrupción que implicó el triunfo de la coalición opositora entre el Frente Guazú, liderado por el ex obispo de San Pedro, Fernando Lugo, quien ocupó la presidencia, y el histórico Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), cuyo líder de ese momento, Federico Franco, ocupó la vicepresidencia hasta que reemplazó en la presidencia a Lugo, destituido por un turbio impeachment.
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Este domingo, la hegemonía colorada aparece seriamente desafiada por una gran coalición encabezada por Efraín Alegre, del PLRA, nucleando un conglomerado de fuerzas de centroizquierda.
Alegre ya perdió dos elecciones presidenciales, la primera contra el colorado Horacio Cartes y la segunda contra el actual presidente, el colorado Mario Abdo Benítez.
El tercer candidato que asomó con fuerza en las encuestas es Antonio Cubas Colomés, conocido como El Payo Cubas, un dirigente disruptivo y violento, que se presenta desde el anti-sistema como una mezcla de Javier Milei y Nayib Bukele.
Las encuestas señalan un final cabeza a cabeza este domingo. Nadie descarta un triunfo colorado, porque el control sobre el Estado y el vasto aparato clientelar le da una ventaja muy grande. Pero en su contra tiene el señalamiento de Estados Unidos a Horacio Cartes (padrino político de Peña y líder del sector colorado que gobernará de ganar el Partido Colorado) como un empresario corrupto, rodeado de personajes con vínculos con el narcotráfico y también con organizaciones terroristas como Hezbolá.
Efraín Alegre centró su discurso en sacar a Paraguay de la ilegalidad que implica el poder en manos del turbio Horacio Cartes y su delfín, el candidato presidencial. En rigor, fue durante la dictadura colorada del general Stroessner que Paraguay empezó generar una economía anclada en la ilegalidad, por entonces basada en el contrabando.
Otro punto débil del oficialismo es la nueva “grieta” que divide a los colorados entre el ala “stronista” que encabeza el actual presidente, Abdo Benítez, y el ala liderada por Cartes, que ganó la interna y se quedó con la candidatura presidencial.
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La anterior división enfrentó a los generales Alfredo Stroessner y Andrés Rodríguez. El general Rodríguez derrocó a su consuegro, el dictador, y su corruptísimo gobierno engendró el “oviedismo”, liderazgo tóxico y violento del general Oviedo, empoderado por haber sido quien derrocó a Stroessner a punta de pistola.
Aquella grieta entre colorados le costó al Paraguay un magnicidio, cuando sicarios presuntamente al servicio de Lino Oviedo acribillaron al vicepresidente stronista Luis Argaña.
Aquellas turbulencias hacen que la actual fractura que exhibe el Partido Colorado aliente el voto opositor. Pero falta ver cómo se dividirá ese voto opositor. Lo que se lleve el Payo Cubas saldrá de Efraín Alegre, lo cual podría favorecer al candidato oficialista.
La moneda está en el aire. Todo puede pasar. El domingo, las urnas tendrán la última palabra.