La visita del ministro de Economía y pre candidato a la presidencia (Unión por la Patria) Sergio Massa por Córdoba pasaba inadvertida de no ser por los errores cometidos por el propio funcionario.
Es que a sabiendas del "sentimiento hostil" que tiene la provincia con esa fuerza política, debió venir preparado con varias horas de terapia previa y un libreto que minimizara cualquier contingencia. Era necesario calzarse un traje que amortiguara los golpes frente a posibles cuestionamientos por su zigzagueante pasado. Sin embargo apenas abordado por el micrófono de El Doce cuando terminó la ceremonia en la planta de cerámicos de Monte Cristo, el tigrense pareció pedir que le tiraran la toalla para abandonar la escena.
Quizás desbordado por el momento actual o porque no soportó el escrache que le hicieron algunos estudiantes en el predio de la Ciudad Universitaria al final del encuentro con los rectores, más tarde explotó cuando le pedimos una auto calificación al cumplir un año de gestionar el ministerio de Economía así como el impacto del dólar blue en los precios y los tres dígitos de inflación interanual.
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A esa altura Massa cometió el peor de los pecados que puede cometer un candidato en campaña: la intolerancia. Si bien es cierto que este defecto no es propio de los dirigentes "k", son ellos los mejores exponentes a la hora de sacarlo a relucir y proceden con la misma táctica del contraataque mediante la descalificación o el destrato hacia quien se pone al frente.
Tal vez la única forma de entender semejante enojo, que tildó de "irrespetuoso" al periodista, sea el hecho de que el pre candidato a presidente Sergio Tomás Massa no puede prometer nada diferente que lo saque del abismo, a lo que Sergio Tomás Massa, ministro de Economía, puede hacer hoy como funcionario.
Hace unos días, su mujer y presidenta de Aysa, Malena Galmarini, reconoció públicamente que durante altas horas de la madrugada escucha los diálogos vía zoom que mantiene su marido con autoridades del FMI y los calificó de "picantes". Curiosamente ese mismo atributo lo usó para descalificar nuestras preguntas sobre la actualidad económica. Parece ser que al "picante" Massa no le gusta la competencia de quienes se hacen los picantes según él para cuestionar lo que podría hacer cualquier ciudadano de a pié si pudiera cruzarlo en una esquina.