Parece un “ojo por ojo”. Los republicanos lograron que la Cámara de Representantes autorice la investigación para imponer un juicio político a Joe Biden.
No hace falta mucha perspicacia para imaginar a Donald Trump empujando a los conservadores del Congreso, para tomarse revancha del bochornoso récord que batió al convertirse en el primer presidente de la historia norteamericana en haber tenido dos juicios políticos en un solo mandato.
El talón de Aquiles del actual jefe de la Casa Blanca es su hijo Hunter, cuyos negocios en el exterior han tenido opacidades suficientes como para levantar sospechas de valerse de la influencia de su poderoso padre y los favores que podría conceder desde sus altos cargos.
Además de las dudas que dejan sus tribulaciones en el exterior, Hunter Biden tiene dos imputaciones: una por evasión de impuestos y otra por posesión ilegal de armas. A todas luces, un personaje turbio y negligente. Pero eso no quiere decir que se justifique un impeachment a su padre.
Los demócratas y también los observadores de la prensa norteamericana más objetiva y desapasionada a la hora de informar, sostienen que el primer paso hacia el juicio político se ha efectuado sin que se hayan reunido suficientes elementos que lo justifiquen.
La sensación dominante más allá del ala trumpista del Partido Republicano y de la masa de fanáticos que tiene el magnate neoyorquino, es que Trump quiere destruir a Biden antes de las elecciones del año próximo, donde todo indica que volverán a enfrentarse en las urnas.
Si lo consiguiera, asestaría una mancha al Partido Demócrata que haría resaltar menos la doble mancha que dejó su mandato, con dos juicios políticos a cuestas.
Los dos procesos de los que Trump fue rescatado en la votación final por los legisladores republicanos, fueron por causas gravísimas. El primeo fue por el llamado telefónico que hizo a Volodimir Zelenski pidiéndole que lo ayudara a acusar a Biden, brindándole informaciones comprometedoras de las actividades empresariales de Hunter Biden en Ucrania. Y el segundo impeachment fue por instigación a los hechos de violencias que causaron varias muertes en el violento asalto de una turba multitudinaria al Capitolio, con el objetivo de impedir que se certifique la victoria de Joe Biden en la elección presidencial.
Es probable que el juicio político sea desestimado en el Senado, donde los demócratas tienen mayoría. Pero de no ser así, Biden entraría a la lista de presidentes sometidos a impeachment.
Esa lista empieza con Andrew Jackson en 1868. Aquel presidente reconocido por ser autodidacta y de condición social humilde, además de por haber incorporado el territorio de Alaska a Estados Unidos comprándoselo a Rusia, pagó de ese modo sus enfrentamientos con los republicanos para decidir que se haría con los estados sureños derrotados en la Guerra de Secesión.
La presidencia de Andrew Jackson sobrevivió al proceso en el Senado y completó su mandato, pero no se postuló para un segundo período.
Richard Nixon fue el siguiente caso, en la década del setenta, pero no llegó a concretarse el juicio político porque aquel presidente republicano renunció antes al cargo.
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Después vino el juicio político a Bill Clinton. El fiscal Kenneth Starr, actuando en consonancia con el ultraconservador líder republicano de la cámara baja, Newt Gingrich, lo sentó en el banquillo de los acusados por mentir bajo juramento sobre su relación con la pasante Mónica Lewinsky.
Trump, con los dos juicios políticos que intentaron sin éxito destituirlo, ostenta un récord bochornoso, sobre todo por el calibre de las acusaciones y por el peso de las pruebas, aunque la mayoría republicana en el Senado lo salvara con sus votos.
El mayor problema de Joe Biden para obtener la reelección no parece el juicio político que auspicia Trump, sino su edad y sus dificultades para cumplir la agenda exterior y algunas políticas internas con la obstrucción republicana en el Congreso. Un muro más infranqueable que el que empezó a levantar Trump en la frontera con México.