Votar con tanta anticipación de la entrega de mando, en este caso exactamente siete meses, no tiene inconvenientes si hay continuidad del proyecto gobernante. Pero si hay cambio de signo político, la coexistencia de un gobernante en funciones y uno electo puede ser compleja.
Para el caso de la Provincia, Juan Schiaretti se aseguró de manera holgada la continuidad y hoy no sólo no cambia nada en su gestión sino que tiene un respaldo claro para tomar decisiones. Pero en el caso de la ciudad de Córdoba, hay cambio de intendente (estaba cantado porque no tenía reelección) y de signo político.
Los cordobeses capitalinos votaron a Martín Llaryora para que los conduzca pero recién asumirá el 10 de diciembre.
A primera hora del lunes comenzaron a aparecer actores que dicen querer hablar con Llaryora.
Y se pronunciaron de manera categórica respecto del actual jefe municipal. Ramón Mestre como candidato a gobernador no llegó al 9 por ciento de los votos en la ciudad que gobierna desde 2015.
Hay, entonces, un intendente electo legitimado, más allá de los análisis si se benefició por el arrastre provincial o si pesaron sus cualidades personales, y uno en funciones claramente castigado por la ciudadanía.
Ya hay planteos
Seguramente habrá gestos de ambos lados de convivencia armónica. Mestre fue uno de los primeros en saludar a los vencedores y Llaryora viene siendo muy cuidadoso con el actual jefe municipal.
Pero ya a primera hora del lunes comenzaron a aparecer actores que dicen querer hablar con Llaryora. El Suoem hizo punta al respecto.
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Pero no sólo del lado gremial vendrán esos planteos. Los empresarios con vínculos con el municipio, los contratistas, los proveedores, el resto de los actores sociales, ¿a quién buscarán como interlocutor?
Y desde la gestión, ¿qué margen para emprender planes, obras, proyectos?
Una ciudad que necesita tanto y tiene una larga lista de problemas urgentes sin resolver, ¿puede quedar en una especie de pausa durante más de medio año?
De las muchas enseñanzas que quedan después de cada elección, aquella de que no hay que manipular las fechas de comicios y votar con márgenes lógicos para la transición es una muy clara.