Alberto Fernández intenta diferenciarse tanto de Mauricio Macri que termina pareciéndose. Repite del anterior presidente adjudicar todas las decisiones complicadas en la herencia recibida, decir que aunque no lo veamos la situación económica está mejorando y enunciar consignas de alta adhesión pero sin las especificaciones concretas respeto a cómo se irán implementando.
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El presidente Fernández abrió su primer período ordinario de sesiones con una lógica argumental similar a la de hace menos de tres meses cuando asumió en ese Congreso. Un llamado a superar antinomias junto con la elección de algunos focos de conflicto, guiños para cohesionar su frente e intentos por ampliar la base de sustentación.
En materia económica sigue considerando la deuda externa como un elemento clave a resolver antes de definir el programa económico. Hubo señales hacia el FMI y dejó abierta la puerta de denunciar a los funcionarios macristas por la toma de deuda y la fuga de divisas.
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Para Fernández, la economía se está tranquilizando, aunque los bolsillos de la mayoría de los argentinos sigan sin notarlo.
Redujo el problema de la inflación a una cuestión de formación de precios en las cadenas de comercialización y ratificó que el ajuste seguirá siendo para el sector privado, ya que dice que no hay margen para achicar gastos públicos.
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Esperados y polémicos
Confirmó, sin mención explícita, que habrá aumentos de retenciones a la soja, aunque insistió en la vía del diálogo para no terminar con el campo como en 2008. El impacto de un eventual conflicto de ese tipo en Córdoba podría tener secuelas diversas.
Después de una serie de enunciación de planes sin explicitaciones concretas, Alberto Fernández hizo dos anuncios que no por muy esperados dejan de tener mucho impacto: la reforma judicial y el aborto.
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Quiere desarmar el llamado poder de Comodoro Py para lo cual ampliará el fuero penal con magistrados porteños para que las causas de alto impacto que involucran a funcionarios y empresarios dejen de caer en sólo 12 magistrados y pasen a un fuero que tendría cerca de 100 jueces.
Les saca, además, a los jueces la herramienta de los servicios de inteligencia y les cuestiona las “detenciones arbitrarias”, lo que el kirchnerismo entiende son “presos políticos”.
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En el aborto fue claro respecto que no sólo impulsa la ley sino que trabajará activamente para aprobarla. Será una discusión que volverá a dividir la sociedad, aunque no a partir de las banderías partidarias sino de otras posiciones.
La duda es si el papa Francisco y la Iglesia tendrán una postura tan activa como la tuvieron en el debate de hace casi dos años.