La historia conocida es que Natalí Maidana, de 15 años, necesitó que la Justicia obligara al Apross a pagar un doble trasplante pulmonar en Brasil para intentar salvarle la vida. Pero el milagro no sucedió. Tras la muerte de Natalí, sus abuelos presentaron una demanda contra la obra social de la provincia.
Pero el Apross no es la única institución que interpone escollos para pagar tratamientos caros. Hay cientos de afiliados que pueden atestiguar lo mismo.
Sin embargo, cuando echamos un vistazo a los datos oficiales nos damos cuenta que el problema de la salud argentina no es la falta de recursos económicos. En 2017 el gasto total en salud, contando sector público y sector privado, fue de 830 mil millones de pesos.
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Esto significa algo más de 18 mil pesos por año per cápita. Con ese dinero alcanzaría para que todos los ciudadanos de la república estuvieran cubiertos por una obra social de primer nivel. Así es, todos. Sin embargo, cientos millones de argentinos quedan prácticamente excluidos del sistema que los obliga a infinitas esperas para un turno de consulta o prestación y muchas veces los lleva a la muerte por impedirles el acceso a medicamentos costosos.
Esto significa que el problema no es cuánto sino cómo. El derroche, el malgasto y la corrupción son las causas de la precaria prestación de salud en el país. Tan simple como eso. Y sobran ejemplos para suponer que en otras áreas de la vida nacional ocurre lo mismo.
Esta columna fue publicada en el programa Córdoba al Cuadrado de Radio Suquía – FM 96.5 – Córdoba – Argentina.