La tan anunciada contraofensiva ucraniana no fue planteada como una ola masiva lanzada en muchos frentes de manera simultánea, sino como un goteo en distintos puntos del extenso frente de combate.
Al entrar en su segunda semana, lo que muestra son algunos éxitos y algunas frustraciones. Entre los escasos éxitos está el avance en Donetsk, logrando la conquista de unos 60 kilómetros cuadrados en los alrededores de Velyka Novosilka, lo que incluye un puñado de aldeas.
Las frustraciones más visibles se dan en la región de Zaporizhia, donde las divisiones de blindados de Ucrania no pudieron trasponer la línea del eje Orikhiv-Tokmak. Allí fueron alcanzados y destruidos decenas tanques alemanes Leopard y blindados norteamericanos Bradley, las armas más poderosas y eficaces con las que cuenta Ucrania para las batalles campales.
Se desconoce cuál es el plan ucraniano para la pretendida recuperación de territorios. Teóricamente, según estas primeras señales, los ataques esparcidos, intermitentes y por goteo, procuran sondear las líneas defensivas rusas, establecer dónde se ubican las mayores fortificaciones y dónde los flancos vulnerables. Una vez que esté mapeado el planteo defensivo del ejército ruso, entonces el goteo se intensificaría velozmente hasta convertirse en avalancha.
El comienzo de la operación se complicó porque la destrucción de la represa de Kajovka levantó un muro de agua en el flanco sudoeste, por donde debían ingresar las tropas ucranianas destinadas a ocupar el puente terrestre que une Crimea al sur de Ucrania, para bloquear el territorio peninsular y también avanzar desde allí hacia el este, con el objetivo de recuperar las costas del Mar de Azov.
Por cierto, las inundaciones provocadas por la voladura de Kajovka también crearon dificultades a Rusia, que debió replegar hacia el este varios puestos de defensa. Pero resulta más evidente que la mayor contrariedad la lleva la parte ucraniana, lo cual favorece a Rusia y alimenta la sospecha de que la explosión que destruyó la represa fue causada por el ejército invasor.
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Las incursiones ucranianas no permiten aún sondear la consistencia del sistema defensivo creado por los rusos. Durante los últimos meses, ambas fuerzas beligerantes disminuyeron las acciones bélicas por escasez de municiones. En ese intervalo, Ucrania recibió blindados de las potencias occidentales y entrenó efectivos propios para que puedan manejarlos, mientras diseñaba su gran contraofensiva. A su vez, los rusos se atrincheraban y construían lo que se supone una línea de fortificaciones infranqueable.
Los combatientes ucranianos están mucho más motivados que los rusos para los combates que vienen, pero la superioridad numérica está del lado del ejército invasor, que además podría haber construido un sistema muy poderoso de fortificaciones, que incluye extensos territorios plagados de minas y barreras antitanques.
Lo que está claro es que para ambas fuerzas contendientes este momento es crucial. Si los ucranianos no logran resultados contundentes con su tan anunciada contraofensiva, en las potencias occidentales que están invirtiendo océanos de dinero y armas para que Vladimir Putin sea derrotado, van a intensificarse y multiplicarse las voces que dicen “basta ya” y reclaman empujar a Zelenski a negociar una partición de territorios con Rusia.
Los resultados de la contraofensiva deben ser lo suficientemente alentadores como para que las sociedades europeas y de América del Norte sigan aceptando la costosa ayuda que sus gobiernos les dan al país invadido para que derrote al ejército invasor.
También el Kremlin se juega mucho en esta instancia que será un punto de inflexión en el conflicto. Si la desmotivación y el cansancio de sus tropas genera desbandes visibles y masivos, su poderoso sistema de fortificaciones extendido desde la desembocadura del Dniéper hasta el noreste, pasando por Zaporizhia, podría derrumbarse como un castillo de naipes.
Si Putin no visualizara esa posibilidad, no habría desplegado misiles atómicos en Bielorrusia. Su mensaje a Ucrania, Europa y Estados Unidos es tan claro como siniestro: la posibilidad de derrota de Rusia no es como los miembros de la OTAN la imaginan. Antes que la capitulación rusa, está el infierno nuclear.