Es muy lindo ver los partidos a los que no les falta ningún condimento para que el espectáculo sea completo. Desde la comodidad del estadio hasta lo que se ve en el desarrollo del encuentro. En los momentos previos, durante y después.
Entrada en calor en el campo de juego, público de las dos parcialidades y la salida a la cancha de los dos equipos juntos. Esto tan bello se pudo ver en el Kempes en el partido entre Rosario Central y Boca por los cuartos de final de la Copa Argentina. También lo observamos en los partidos de Champions League o en los de la Selección Argentina.
Pero no lo podemos disfrutar de los partidos de los torneos locales de nuestra bendita Argentina, en la que sólo pueden asistir los hinchas de los equipos locales. La mayoría de las veces, los movimientos precompetitivos se hacen en un gimnasio y no en la cancha. Sólo los arqueros los realizan. Y el ingreso al campo de los jugadores es cuando se les da la regalada gana, salvo que apremie el horario de la televisación. Nunca los dos equipos juntos.
No hay nada más feo que no escuchar el grito sagrado de gol, ese momento ensordecedor y profundo del festejo de quienes fueron a alentar al club de sus amores. Hoy es imposible en nuestro futbol que un equipo visitante lo pueda escuchar si tiene la dicha de concretar el objetivo de inflar la red de su rival. Con un argumento un tanto confuso, de vez en cuando y en algún determinado partido permiten el ingreso de los visitantes.
Por Copa Argentina en el estadio Mario Alberto Kempes se han vivido experiencia superadoras. Demostraron que con voluntad y sin compromisos políticos, pero con el compromiso de mantener el orden y la seguridad, se pueden realizar partidos con todos los condimentos. Como hace tiempo disfrutábamos en nuestro país.
Desde AFA intentar vender el futbol nacional para televisarlo, ya que el estado no pondrá más dinero para el futbol para todos. Materia difícil para un asociación con tantos conflictos y con una cultura futbolística tan mezquina.