“Aprendimos a ser familia de nuevo”, así empieza uno de los cientos de mensajes que recibimos en las redes de El Doce cuando preguntamos qué te dejó esta cuarentena en el día que se cumple un año del aislamiento social, preventivo y obligatorio.
Paciencia, empatía, familia, vínculos, soledad, nostalgia fueron algunas de las palabras más repetidas pero también esperanza. Esperanza en que todo se termine, en que existan las vacunas suficientes, en que no haya segunda ola o sea más benévola, en que el personal de salud pueda descansar y, sobre todo, en que no perdamos a nadie más.
La última cadena nacional del presidente Alberto Fernández nos recordó, no sin temor, que hace un año lo escuchábamos anunciar la cuarentena para cuidarnos, para preparar el sistema de salud, para aprender las medidas sanitarias necesarias para protegernos del Covid-19.
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Un año después, con barbijo puesto, distanciamiento social incorporado, camas críticas en aumento, 2.234.913 personas que se contagiaron y 54.476 que murieron, la nueva normalidad no se acerca ni un poco a lo que conocíamos.
A un año, no podemos evitar preguntarnos si hicimos las cosas bien.
Nadie sabía o podía imaginarse que esto iba a durar tanto tiempo. Quince días, cuarenta, seis meses y así llegamos al primer año. En lo formal, ya no existe cuarentena pero la incertidumbre sobre lo que va a pasar es la misma.
Mientras la economía intenta recuperarse del mayor impacto en la historia reciente, volver a fase 1 no es una opción. Sobre todo, una opción política.
Postal de una Córdoba vacía en el primer día de A.S.P.O. / Foto: marzo 2020 El Doce
Si comparamos la situación que existía el 20 de marzo de 2020 con sólo 128 casos positivos confirmados en el país con el actual, la amenaza de una segunda ola debería ser suficiente para volver a un confinamiento estricto. Sin embargo, el cierre total de las actividades que buscaba detener el crecimiento de la curva de contagios y muertes ya no puede volver a aplicarse en este marzo de 2021.
Hoy parece ser el humor social y no los datos de la curvas de muertes y contagios, los que dictan las resoluciones del ejecutivo, en todos sus niveles. ¿Cuánto más aguanta la economía, la sociedad, las familias?
Este cambio de perspectiva en el criterio para tomar decisiones se evidencia en el discurso del presidente. De la dureza mostrada hace un año con el Código Penal cerca para detener a quien no cumplía con la cuarentena a un Alberto Fernádez menos imperativo que se mostró el jueves, por cadena nacional, para explicar el faltante de vacunas y para asegurar que “el mundo va a tener que convivir con el virus” y nosotros también vamos a tener que hacerlo.
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A un año, tenemos en nuestro haber, millones de argentinos contagiados y más de 54 mil personas que hoy faltan en una familia, un año escolar guardado en una videollamada, aplausos para los que se lo pusieron al hombro, un ministro de salud menos, un escándalo con vacunatorios vip, un médico trucho en el COE, el caso Solange, vuelos cancelados y varados en el mundo, la ausencia de un abrazo y cientos de encuentros en espera, tenemos el valor de la familia, la promesa de la vacuna, un vocabulario repleto de términos sanitarios y muchos pero muchos barbijos en el bolsillo.