En tiempos recientes, el gobierno proponía consumir en lugar de ahorrar. En fútbol, Dante Panzeri, un periodista icónico de la rebeldía nacional, escribió La dinámica de lo impensado para demostrar que los planes no existían, que todo era repentización, arte en definitiva.
Alguna vez analizaremos las causas, pero en nuestro país goza de mucha mejor prensa un músico que un ingeniero, un literato que un contador. Es que el arte creativo “nace del alma” y los cálculos y la matemática son fríos referentes del cerebro controlador. Podríamos sintetizar que la ciencia impone y el arte se rebela contra la imposición. Largo plazo, planificación, estudio, orden son sinónimo de falta de talento, de ingenio, de arte y por lo tanto falta de alma. Desalmados.
En materia de opinión pública seguimos esos parámetros. Juzgamos el ya, el presente, lo inmediato. Nos importa poco que lo que pase provoque consecuencias negativas en el futuro y menos sea resultado de un proceso del pasado. Hoy Cristiano Ronaldo es héroe y Messi villano. Si mañana Irán elimina a Portugal y Messi clasifica a Argentina con tres goles a Nigeria, las cosas volverán a cambiar de lugar.
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Es cierto que los fans no cambian de opinión. Obedecen a las reglas de otra patología que obliga a mantenernos “fieles” a un concepto aunque los avances del mundo nos demuestren lo contrario. El fan de Messi callará en sus desgracias y vociferará en sus logros, meterá el dedo en la llaga de los excesos de Maradona y omitirá pronunciar sus virtudes.
Arrebatados y soberbios, no reconocerán jamás sus errores porque la pasión desenfrenada los convencerá de que nadar siempre a favor de la corriente no conlleva ninguna sanción social.
Pero en el medio de los fanáticos hay muchos veletas. Gente que se siente a gusto acomodando su cuerpo para el lado del viento. Oportunistas. Conscientes o inconscientes. Cientos de vociferantes que hasta ayer insistían en que Argentina juega el mejor fútbol del mundo hoy defenestran a los héroes pasados por un partido empatado y otro perdido. Mañana volverán a cambiar de idea. Y tantas veces como les haga falta. Las fast opinions, los conceptos Mc Donalds.
Arrebatados y soberbios, no reconocerán jamás sus errores porque la pasión desenfrenada los convencerá de que nadar siempre a favor de la corriente no conlleva ninguna sanción social. Al fin y al cabo se montan en el deseo y la necesidad de las mayorías. Ayer la gente quería escuchar putear a la selección y poco le importaba que el puteador de turno hasta hace unas horas hubiera sido el mayor de los chupamedias.
El daño social que causan los veletas es profundo. Y nada más ejemplificador que cuando el veletismo tiene poder. Una vez se le escuchó decir a un poderoso editor de diarios que si el gobierno les daba lo que ellos pedían, hablarían de las cosas que el gobierno hace bien, pero si no se los daba, hablarían de lo que hace mal. “En cualquiera de los casos –completó el editor- estaríamos diciendo la verdad”.