Los hongos son actores claves en el ciclo hídrico que normalmente no son considerados relevantes. Desempeñan un papel vital, además de la descomposición y formación de simbiosis con otros organismos como plantas o líquenes, también tienen una conexión con el ciclo del agua. Muchos microorganismos como los hongos forman una red viva que conecta raíces, regula la humedad y mantiene la fertilidad del suelo (también conocida como “internet del suelo”).
“La internet del suelo”
Cuando los hongos descomponen hojas, raíces o restos de plantas, transforman esa materia en humus, una sustancia oscura y esponjosa que ayuda al suelo a mantener la humedad. Sus filamentos, llamados hifas, funcionan como un tejido que une las partículas del suelo y deja pequeños espacios por donde el agua puede filtrarse y almacenarse. Gracias a esto, los suelos con más hongos y materia orgánica pueden guardar más agua y mantenerse fértiles por más tiempo, algo clave en regiones secas.
Dentro de las formas de simbiosis posible la más importante es la micorriza (alianza entre los hongos y las raíces de las plantas). Esta unión permite a las plantas encontrar agua y sobrevivir a épocas de sequía gracias a que los hongos extienden su alcance subterráneo, creando una red que mantiene unidas las partículas del suelo para evitar que el suelo se debilite, pierda su capacidad de retener agua y erosionarse con facilidad.
El futuro bajo tierra
La salud del suelo, impulsada por los hongos, es clave para garantizar alimentos y agua en un planeta que enfrenta el cambio climático. En la agricultura de secano (que produce la mayor parte de los alimentos básicos del mundo y depende solo del agua de lluvia) los hongos cumplen una función esencial: ayudan a mantener la humedad del suelo y sostienen la productividad incluso en zonas secas. Sin embargo, las prácticas intensivas, la deforestación y el uso de químicos han debilitado esta red vital, dando lugar a suelos agotados e incapaces de retener agua. Frente a esto, la agricultura regenerativa propone un camino esperanzador: recuperar la vida del suelo, fortalecer su estructura y devolverle su capacidad natural para almacenar agua y alimentarla.
Cada 5 de diciembre se conmemora el Día Mundial del Suelo buscando concientizar la necesidad de tener un suelo sano y sostenible para la generación actual y las que siguen. Ser conscientes de sus actores y la interconexión con el agua es vital para tomar y apoyar decisiones que prioricen el cuidado del recurso. Cuidar a los hongos es apostar por un futuro más fértil, resiliente y sostenible.
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