Entre tanto río revuelto, para algunos la pandemia de coronavirus ha tenido un efecto vigorizante, en especial para aquéllos empresarios que pudieron apelar a su capacidad para reinventarse, como es el caso de Gustavo Arce, propietario de la marca de indumentaria Agustino.
Agustino pasó de fabricar trajes, camisas y boxers a convocar a sus empleados para salir adelante con la confección de batas, tapabocas y camisolines de uso médico. No le tiene miedo al tema precios y asegura que, a $35 pesos -como estipulan los precios cuidados- se pueden vender bien los barbijos, incluso usando telas de buena.
El empresario está muy preocupado por la situación de la industria textil y apela al gobierno nacional y provincial y en especial a los bancos para acompañar a las empresas en estos meses tan duros.