En rigor de verdad, también se dice que Centennials y Millennials viven en un mundo algo utópico, que pocos se preocupan por resguardar o generar sus propios ahorros, prefiriendo invertir sus ingresos en viajes y experiencias, en vez de guardar algo para el futuro. A tal punto, que una de las marcas más emblemáticas de automóviles de lujo (Mercedes Benz), basó en esto una de sus campañas publicitarias: “Grow Up!” (“Maduren!”), fue su lema casi dos años atrás, desafiando a los Millennials, a que consigan un trabajo “de verdad” y que se animen de una vez por todas, a formar una familia.
Pero resulta ser que estos jóvenes, si se deciden a formar la mentada familia, se pueden encontrar con la sorpresa que no logren embarazos con la misma facilidad que lo hacían sus padres o abuelos. Y eso se refleja, en parte, en las estadísticas oficiales del país: un descenso de los nacimientos que, por ejemplo, de 2012 a 2013 fue del 2,6 por ciento según datos del Ministerio de Salud de la Nación.
Preocuparse, no alarmarse.
A la hora de buscar un embarazo, se advierte que los cuerpos de las nuevas generaciones no están preparados con los mismos índices de fertilidad de sus antecesores. No significa que estemos ante una ola de infertilidad, sino que la realidad ha ido cambiando. Los jóvenes de ahora gozan de niveles promedios más bajos para la concepción, y eso afecta tanto a hombres como mujeres.
Al menos, este es un dato que revelan desde la clínica de fertilidad CIGOR sobre un tema que comienzan a ver con mayor frecuencia:
Cuerpos gestantes menores de 35 años con problemas o menor capacidad reproductiva. Y va en consonancia con la última investigación presentada en el Congreso anual de la Sociedad Americana de Medicina Reproductiva (ASRM), que dio cuenta que la proporción de pacientes con una cantidad normal de espermatozoides móviles (el parámetro más importante para valorar la probabilidad de fecundar), disminuyó seis puntos porcentuales entre los períodos 2002-2005 y 2014-2017. Paralelamente, aquellos con riesgo de requerir un tratamiento de fertilización asistida aumentaron un 9 por ciento.
Algo más que genes.
Hasta hace relativamente poco se creía que solo los genes determinaban las características de las personas y su herencia. Sin embargo, la “epigenética” ha puesto en evidencia cómo el medio ambiente y las situaciones a las que son expuestas las personas, también pueden dejar marcas transmisibles de generación en generación.
Epigenética (lo que está sobre los genes) se refiere a los cambios heredables en la expresión de los genes sin alteraciones en la secuencia del ADN. Se trata de factores externos a los genes que permiten inhibir, reprimir o aumentar su expresión. Se ha demostrado que la alimentación, el estrés y hasta el humor generan en el organismo estas “marcas”.
Se puede decir que el medio ambiente actual es más hostil que el del pasado. Y eso influye en las personas. Conjugado con el sedentarismo, el estrés, el tabaco y la mala alimentación (o calidad de los alimentos), el resultado es preocupante. Ya no solo afecta el presente inmediato, sino que pone en juego la reproducción de las personas.
Desde CIGOR, donde esto se traduce en la llegada de más pacientes para encarar tratamientos de fertilización a edades más tempranas, recomiendan algunos cambios en el estilo de vida que permitiría mejorar las condiciones adversas.
Son tan simples como fomentar las relaciones interpersonales, las actividades al aire libre, cuidarse en las comidas y en el peso, no automedicarse, y por sobre todas las cosas: Animarse a conocer más sobre la propia salud reproductiva.
De ahí también a que motivan a las personas hacerse simples estudios de rutina que pueden ofrecer información valiosa, si es que algún día, uno llegará a animarse a formar una familia.
Más información en www.cigor.com.ar