El dicho popular “la esperanza es lo último que se pierde” nunca tan vigente como en estas historias. Mujeres con el anhelo de ser mamás, y algún capricho de la naturaleza empeñado en impedirlo. Pero con la asistencia médica indicada, la perseverancia y la ciencia, han logrado su objetivo. Para todas ellas, y sus parejas, la felicidad, tiene cara de bebé.
“La mamá es ella”: el caso del vientre subrogado
En Villa María le vieron crecer la panza mes a mes, hasta que Isabella conoció el mundo exterior. Pocos sabían de la verdadera historia que había por detrás. Entonces se entiende la sorpresa de quienes le preguntaban a Roxana por su bebé, y ella decía que no era la mamá… “La mamá es ella”, respondía señalando a su amiga/hermana que gracias a su gesto altruista lograba el sueño de tener un hijo.
Problemas en la salud de Soledad la llevaron a una histerectomía y a la imposibilidad de concebir. Lejos de bajar los brazos, mantuvo intacta su ilusión de ser mamá. Junto a su marido Jorge averiguaron alternativas de subrogación de vientre en Estados Unidos, pero las descartaron por los costos. Buscaron la adopción, pero la descartaron por los tiempos…. Hasta que llegaron en el momento indicado al lugar indicado, con la información precisa que un vacío legal les abría las puertas de la subrogación de vientre no solo en su país, sino en su provincia. El Director médico de CIGOR, Daniel Estofán, los apoyó desde el principio y pusieron manos a la obra.
Tras la extracción de óvulos y espermatozoides, de Soledad y Jorge, se llevó a cabo la fecundación in vitro para la posterior implantación en el cuerpo de Roxana. El primer intento no prosperó, pero no se desanimaron. Cuando el segundo dio positivo, la alegría fue total. Fueron nueve meses de acompañamiento y vivencias compartidas. La familia de Roxana, clave también en esta historia acompañó en todo momento.
Soledad, con su bebé ya en brazos, siente una emoción para la que no alcanzan las palabras. La pequeña nació el 3 de junio, y gracias a un tratamiento que comenzó unos meses antes, hoy está pudiendo amamantarla, aunque no la haya llevado en su vientre.
Vale aclarar que para que Roxana pueda ser vientre subrogante, debió intervenir la justicia. En 2015 comenzaron a asesorarse con abogados y en junio de 2018 el juez de Villa María, Fernando Flores, autorizó la reproducción asistida de gestación por sustitución.
Soledad tiene 33 años y su marido 41.
Nos cambió la vida: La importancia de que las obras sociales, acepten el tratamiento
Flor lleva un año y medio de casada sin lograr un embarazo, cuando decidieron consultar. Hoy, eso es un recuerdo y lo mejor, ya llegó: Olivia. Es más, ya piensan en un hermanito para la pequeña.
Una pareja amiga, que había pasado por algo similar, les recomendó ir directamente al Centro de Ginecología y Obstetricia (CIGOR). Lo que más tiempo les llevó no fue la decisión ni el tratamiento, sino los trámites con la Obra social…
La primera transferencia no prosperó, pero la segunda, dio más que positivo! “La llegada de Olivia nos cambió la vida. Estamos recontra felices”, dice sin dejar de reconocer que hubo piedras en el camino pero que lejos de desalentarlos los fortalecieron. “Es difícil entenderlo, en el momento es como una montaña rusa, pero después te das cuenta que valió la pena cada subida y cada bajada”.
“Es importante entender que esto no es una cuestión de edad. A cualquier edad podés tener problemas para concebir y necesitar ayuda. Y cuando lo lográs, es una gran felicidad”!
Flor tiene 28 años y su marido 34.
¡Ahora voy por el varón! La importancia de un buen diagnóstico
Claro que nada es seguro, pero si le preguntan a María Eugenia sobre su experiencia, no duda en decir que ya tiene la nena, y ahora va por el varón! “Todavía me largo a llorar cuando me acuerdo, es muy emocionante”, dice recordando lo vivido, la confirmación del embarazo, el parto y su bebé.
Consultas con su ginecólogo, análisis de rutina y la derivación al especialista los llevaron directo a CIGOR. Había pasado por estudios y tratamientos hormonales para tratar de determinar de qué se trataba, pero no encontraban la causa. Probaron con estimulación pero no funcionó. En CIGOR, a través de una microcirugía, pudieron determinar que se trataba de endometriosis y trompas tapadas, que nunca habían detectado.
En el segundo intento, lograron el embarazo. A partir de entonces, 40 semanas de espera y disfrute. Sin riesgos adicionales ni tratamiento alguno, porque lograda la fecundación, es un embarazo normal. “Puro placer y mucha responsabilidad. Hay que estar seguro de la decisión. Y lo estamos. Siempre nos sentimos muy contenidos, y estamos realmente felices”.
Nada está perdido
Soledad, Flor y Euge serían tres simples nombres, si no conociéramos su historia. Ninguna de ellas bajó los brazos cuando les dijeron que no podrían lograr un embarazo por sí mismas, o que debían recurrir a algún método de fertilización si la estimulación hormonal no era suficiente. No. Lejos de desanimarse, sintieron que debían intentar todo lo que estuviera a su alcance.
Tanto ha avanzado la ciencia y tan buenos profesionales se han formado, que sería una lástima no intentarlo. Porque cuando llega, la felicidad opaca todos los sinsabores que pueda haber habido en el camino.