Durante tres días, más de 100 seleccionados de toda la provincia participarán con productos para exhibición y venta en las instalaciones del Centro Cultural Córdoba. Además, la Unión de Artesanos Independientes de Córdoba (UDAIC) tendrá un espacio institucional en el 30 de sus artesanos afiliados también exhibirán y comercializarán sus productos. Metal, maderas, cueros, piedras, fusión de materiales, arcilla, fibras vegetales, fibras animales y vidrios son algunos de los rubros artesanales que estarán presentes en esta nueva edición de la feria.
Además de los stands de exposición y comercialización, el evento se propone como un espacio de encuentro e intercambio de saberes donde artesanos de diferentes rubros y especialidades de la provincia de Córdoba, se reúnen para visibilizar su producción y transmitir sus conocimientos a través de charlas y actividades. Por esta razón, habrá encuentros y demostraciones de técnicas, intercambios de saberes y transmisión de oficios. Con esta iniciativa se busca rescatar, preservar, desarrollar y difundir la artesanía como parte del patrimonio cultural de la provincia. También habrá programación artística en el auditorio del Centro Cultural Córdoba.
Alcira, símbolo del oficio
María Alcira López es una referente entre los artesanos a nivel provincial y nacional. Alfarera de oficio, nació en 1918 en Mina Clavero, más precisamente en la zona próxima al Puente del Cura. Para ella, todo comenzó casi de casualidad cuando se casó, a los 17 años, con su marido Jesús Tomás López. Debido a la pobreza extrema en la que vivían no tenían elementos de uso cotidiano para preparar los alimentos; por eso, el que luego sería su trabajo surgió a partir de la necesidad de generar objetos: a su primera olla la hizo tan gruesa que el agua tardó casi un día entero en hervir.
El proceso de elaboración de estas piezas se realiza a mano, sin moldes: desde la recolección de la arcilla en los arroyos y ríos de la zona hasta la quema con leña, tal cual lo hacían los pueblos originarios que habitaron la región. De a poco, Alcira aprendió a modelar ollas, cántaros, jarros, platos y toda clase de objetos utilitarios y transmitió, junto a su esposo, este noble oficio a sus 15 hijos a quienes, con instinto de madre, se había propuesto sacar de la pobreza canjeando cerámica por ropa y alimentos.
Alcira comenzó a vender a la vera de la ruta sus productos a los turistas. Jesús buscaba la arcilla y los chicos también ayudaban hasta que comenzaron la escuela, lo que para ella fue una satisfacción. Ni el frío de las Altas Cumbres, ni las largas distancias o la escarcha lograron ser obstáculos insalvables. Los años pasaban y la mayoría de los integrantes de la familia trabajaban aumentando la producción de objetos por lo que decidieron participar en exposiciones tradicionales en Cosquín, Entre Ríos, Rosario y Buenos Aires. En varias oportunidades fue invitada a participar de otras importantes ferias y exposiciones en las cuales obtuvo premios y reconocimientos por sus obras.
Actualmente, su hijo Atilio es el único que continúa el legado con su taller ubicado en el mismo lugar donde sus padres comenzaron. Desde allí recorre ferias y exposiciones por todo el país y ha recibido numerosos reconocimientos y premios por su labor. Atilio transmite a sus hijos este oficio, que ya es una herencia familiar, y ellos, con orgullo, continúan este saber ancestral heredado.
En el 2010, a pocos días del fallecimiento de María Alcira López, la Secretaría de Cultura de la Provincia de Córdoba inauguró un salón de arte con su nombre en la Casa de Córdoba en Buenos Aires en homenaje a quien rescató la técnica utilizada por los Comechingones para fabricar objetos de cerámica sobre los cuales sostenía: “No puedo creer que de la tierra salgan tantas maravillas. No hay dos piezas iguales porque la mano traza una huella distinta en cada oportunidad”. Su legado sigue vigente plasmado en un paisaje inigualable.
Aquí, los artesanos que participan de la feria separados por rubro y con una muestra de su trabajo.