Hace exactamente tres meses Javier Milei juraba como presidente en el Congreso de la nación. Desde entonces y hasta la fecha, en Argentina parecieran existir dos escenarios económicos paralelos.
Por un lado, está la euforia de los mercados. En el primer trimestre, el riesgo país se recortó en 230 puntos y cerró éste viernes en 1.690. Hace 10 días incluso llegó a su nivel más bajo desde octubre de 2021 con 1.635.
Del mismo modo, las acciones de empresas argentinas que cotizan en Wall Street así como los bonos soberanos mantuvieron una tendencia alcista, volviendo a dar importantes saltos el lunes, justo después del discurso de Milei durante la apertura de sesiones ordinarias del Legislativo.
A esto se suma la estabilidad cambiaria. Tras la fuerte devaluación anunciada por el ministro Luis Caputo en diciembre, el Gobierno fue capaz de sostener sus microdevaluaciones, conocidas como crawling peg, en el orden del 2%.
Mucho más llamativo fue el comportamiento del dólar blue, que en este período cotizó a la baja. Desde el ajuste al oficial mencionado, cayó $85 y pasó de $1.070 a $985. Si se tiene en cuenta el pico que alcanzó a fines de enero, cuando escaló hasta $1.255, el recorte fue $270.
La otra cara de esta moneda, resumió en diálogo con este medio Gisela Veritier, directora general de la Escuela de Negocios de la Universidad Católica, es la “economía real”. La que se ve en la calle y, sobre todo, en las góndolas de los supermercados.
La inflación acumulada entre diciembre y enero superó el 50%. Esta semana el Indec dará a conocer el Índice de Precios al Consumidor de febrero y, según el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) publicado por el Banco Central, estará en el orden del 15,8%.
Si a eso se le suma el freno que se le ha puesto a las paritarias, el resultado es una brutal pérdida del poder adquisitivo por parte de los asalariados. “Fue de cerca del 20% en solo dos meses y se da en un duro trasfondo social”, señaló la economista.
Los empleados no son los únicos que han tenido que hacer frente a la crisis. Nadin Argañaraz, presidente del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), indicó que si se comparan los ingresos de los jubilados a lo largo del primer trimestre de este año con el mismo período de 2023, la caída es de más del 40%.
Por estos motivos, para Veritier la gran pregunta es “cuándo se juntan estos dos escenarios”.
De momento, todo parece indicar que la respuesta a esa incógnita no está en el corto ni mediano plazo. Por el contrario, los expertos coinciden en que este segundo trimestre estará atravesado por una profunda recesión.
Cómo llegamos hasta acá
Alan Barile, head of trading de la firma operadora de bolsa Dracma, explicó a ElDoce.tv que a lo largo de los últimos 90 días los mercados tendieron al alza por múltiples causas:
1. Inflación por detrás de las expectativas: A pesar del raid de los precios, el experto detalló que los inversores preveían que los incrementos fueran aún más abruptos: “Fue altísima pero se esperaba que en los primeros dos meses alcanzara un 25% y en el tercero del 20%. El Gobierno ‘ganó’ la carrera con un 5% mensual y eso le dio algo de aire”.
2. Acumulación de reservas: El Banco Central sumó cerca de US$10 mil millones incluso antes de la cosecha de la soja. “Una de las grandes preguntas cuando asumió Milei era cómo llegaban hasta acá. Ahora, con la liquidación del agro, se fortalecen las expectativas y debería haber cierta calma por lo menos hasta agosto”, comentó Barile.
En ese escenario, destacó que el Bono para la Reconstrucción de una Argentina Libre (Bopreal) jugó un rol clave. La primera edición del instrumento financiero (serie 1) permitió colocar el equivalente a US$5 mil millones. En la serie 2 sumaron otros $3 mil millones y ya ubicaron el 30% de la serie 3. De esta forma, lograron reducir la deuda que el Estado mantenía con los importadores.
3. Un contexto internacional favorable: Barile remarcó que aunque la economía mundial no está atravesando un marcado período de crecimiento, “se ha mantenido sin sobresaltos”. Eso favorece a los activos de riesgos, grupo dentro del cuál se encuentra Argentina. “Los países emergentes han tenido un crecimiento del orden de 12%, Argentina estuvo por encima de esos valores, en torno al 25%”, comentó.
Según Veritier, hasta el momento el Gobierno se ha propuesto acomodar la macroeconomía siguiendo “el manual de desinflación de la lógica monetarista”. Es decir, considerando al déficit fiscal “como origen de todos los males”.
“Licuaron los pesos y secaron la plaza, achicaron el gasto público y usaron la primera devaluación y el crawling peg del 2% como ancla cambiaria”, resumió.
Esto mismo es lo que Argañaraz llamó el “apretón” fiscal y monetario. “Por eso la inflación va a seguir bajando, porque hay menos pasivos, el tema es cuándo llega a un dígito”, advirtió. Otra pregunta que vale la pena hacerse en este contexto es cómo llegarán las economías de los argentinos.
En el pasado, Milei dijo que la inflación podría volver a ubicarse en un dígito este trimestre, en abril. La meta parece ser demasiado optimista: según el REM, se espera que en mayo sea del 10% y recién en junio del 8,5%.
En ese sentido, Argañaraz remarcó que el descongelamiento de las tarifas de los servicios energéticos será una de las claves y señaló que “hay que ver hasta dónde se sinceran”.
El retraso de la actualización de los salarios también pone al Gobierno en una encrucijada. Aumentar los ingresos implicaría volver a poner plata en la calle, lo que a su vez aceleraría la inflación. Por eso la recesión y el enfriamiento de la economía parecen inminentes.
Hay que pasar el invierno (la primavera y hasta quizás el verano)
Todo parece indicar que la economía de Argentina se va a estancar. Eso implicaría que a la caída de los salarios podría sumarse la pérdida de puestos de trabajo y, consecuentemente, una incremento en la pobreza e indigencia.
Por eso, la promesa del Ejecutivo está en el famoso “efecto rebote”.
Pero antes de eso es necesario un plan de estabilización que, según aclaran tanto Veritier como Argañaraz, todavía no se ha puesto en marcha. “Hasta ahora se han centrado en establecer las condiciones para poder hacer algo integral, en los próximos meses deberían hacerse anuncios y fijar pautas que den esa previsibilidad”, argumentó.
El Pacto de Mayo podría ser crucial para eso. Sobre todo si se concretan definiciones en materia fiscal que le den claridad al Estado sobre los fondos que podrán recaudar y cómo se distribuirán los mismos con las provincias.
Esto también facilitaría la toma de decisiones en materia monetaria. Según Barile, para julio o agosto cabría esperar que se levante el cepo cambiario y se permita una “libre competencia de moneda”. La dolarización, de momento, sigue siendo un horizonte lejano.
Sin embargo, Veritier advirtió que estos acuerdos y consensos “no van a impactar automáticamente” sino que se espera que esas bases sean pilares para la economía en los próximos años. “En el cortísimo plazo se espera una recesión dura con la pérdida absoluta del poder adquisitivo”, resumió.
“El REM indica que la inflación anual va a ser del 215%, va a haber una caída del PBI”, agregó. E insistió: “Ya se habla de que las paritarias van a ser sobre la inflación futura, por eso, difícilmente los sueldos recuperen lo perdido hasta el momento”.
En esa línea, para Argañaraz en el mejor de los escenarios -que implicaría un acuerdo con los gobernadores, poder sostener el ajuste fiscal y contar con un respaldo popular-, recién durante el cuarto trimestre podría divisarse una recuperación de la actividad económica.
“Los salarios reales muy difícilmente mejoren o se mantengan. Recién a fin de año podría esperarse algún tipo de recomposición”, concluyó.