En el marco de la presentación de su libro sobre la muerte del fiscal Alberto Nisman, el periodista Daniel Santoro contó en Seguimos en El Doce algunos detalles de la investigación sobre el hecho ocurrido el 18 de enero de 2015.
A partir de su obra titulada ‘Nisman, anatomía de un crimen’, Santoro afirmó que parte planteando que se trató de un asesinato y no de un suicidio. “Está probado en la causa judicial”, señaló.
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“Sobre todo con un informe de Gendarmería Nacional que demostró que Nisman no tenía pólvora en las manos, el tiro fue oblicuo. Después le encontró ketamina en el estómago, un analgésico disociativo que se usa para los caballos y que produce que la persona pierda la voluntad, y según Gendarmería sirvió para reducir a Nisman”, indicó el reconocido periodista.
También mencionó la forma de la caída y las manchas de sangre encontradas en el baño donde hallaron muerto al fiscal como otros indicios para sostener que al responsable de investigar el atentado a la AMIA lo mataron.
En cuanto al futuro de la causa, Santoro comentó que “ahora se está avanzando sobre pistas nuevas, una es la del espionaje”. En ese sentido recordó una serie de movimientos posteriores a la muerte de Nisma que llevan a sospechar de agentes de inteligencia.
Contrabando de armas y las explosiones de Río Tercero
Santoro ganó mucha notoriedad en la década del noventa por sus investigaciones en el contrabando de armas a Ecuador y Croacia, y la relación de esa causa con la voladura de la Fábrica Militar de Río Tercero.
“Estamos hablando del contrabando de 6500 toneladas de armas y municiones de guerra”, advirtió. “Y Río Tercero fue el lugar donde se embalaron la mayoría de esos materiales que fueron al puerto de Buenos Aires, y vía marítima a Croacia y vía aérea a Ecuador, dos países que estaban en guerra y nosotros éramos garantes de paz en los dos casos”, agregó.
El periodista explicó que “les sacaron cañones a los regimientos de artillería, les borraron el número de serie y los mandaban a Croacia para que los usaran en la guerra en la disolución de lo que había sido a la ex Yugoslavia”.
A partir de las explosiones del 3 de noviembre de 1995 que dejaron siete muertos, cientos de heridos y una ciudad destruida, Santoro cuestionó la intervención que tuvo el entonces presidente Carlos Menem asegurando que se trataba de un “accidente”.