El 25 de enero de 1997 significó un antes y un después en Argentina. Aquel día fue asesinado el fotógrafo José Luis Cabezas, en un crimen que sacudió a la sociedad y al mundo político. Ocurrió en Pinamar, donde la víctima se encontraba realizando una cobertura de verano para la revista Noticias.
Este miércoles se cumplen 26 años del brutal episodio. A Cabezas lo mataron de dos disparos y su cuerpo calcinado apareció dentro del auto que utilizaba para cubrir la temporada en una de los principales puntos turísticos de la Costa Argentina.
El crimen fue perpetrado por una banda vinculada al empresario postal Alfredo Yabrán, un hombre de muchísimo poder en la década del 90 que había sido apuntado por el ministro de Economía, Domingo Cavallo, como líder de una organización mafiosa con protección política y judicial.
Yabrán existía, pero su cara era desconocida. "Sacarme una foto a mí es como pegarme un tiro en la frente. Ni los servicios de inteligencia tienen una foto mía", dijo alguna vez. Ese fue justamente uno de los principales objetivos del equipo de Noticias, que estaba conformado por el fotógrafo Cabezas y el periodista Gabriel Michi.
Ambos lo lograron durante el verano de 1996. Cabezas simuló una postal en la playa y tomó a Yabrán en primera plana. La foto del empresario se usó para la tapa de la revista que salió en marzo de aquel año.
"Toda la prensa quería conocer el rostro de Yabrán y al siguiente verano (el del asesinato) nos habíamos planteado un desafío mayor que era conseguir una entrevista con Yabrán", afirmó Michi en el informe de Telenoche a 26 años del crimen de su compañero de equipo.
El periodista reconoció que sufrió amenazas tras la muerte de Cabezas, pero que lleva "una vida medianamente normal". "Todo eso aflojó con la muerte de Yabrán (en mayo de 1998) y terminó con el juicio que condenó a los asesinos a perpetua, pese a que lamentablemente ahora están todos libres", sostuvo.
Un crimen organizado
Al siguiente año la dupla periodística volvió a Pinamar. Al retirarse de una fiesta organizada por el empresario Oscar Andreani, Cabezas fue interceptado por Horacio Braga y Sergio González, quienes lo encañonaron, lo golpearon y lo lanzaron al asiento trasero del auto del fotógrafo.
En otro vehículo estaban el subcomisario Gustavo Prellezo, José Auge y Héctor Retana. Lo llevaron hasta una cava de General Madariaga, donde Prellezo le dio dos disparos en la cabeza. Después, lo metieron en el auto y lo prendieron fuego.
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Gabriel Michi se retiró un rato antes del evento y se salvó del desenlance. "Fuimos a cubrir el cumpleaños de Andreani y yo me fui antes porque el 26 era mi cumpleaños. Él me dijo que quería quedarse porque estaba divertido, y esas fueron sus últimas palabras que escuché", recordó el periodista.
Un comisario de Pinamar le contó la noticia y Michi fue al lugar donde encontraron el Ford Fiesta blanco que usaban para moverse por la ciudad. "Era una escena terrible. Reconocí una llave de nuestra oficina y cuando fuimos a probarla y abrió, caí que era José Luis", recapituló.
El asesinato del fotógrafo se convirtió en uno de los mayores emblemas de la lucha del periodismo nacional por la libertad de expresión. "Me sorprende que José Luis Cabezas se haya convertido en el símbolo que se convirtió. El hecho de que haya estado tan firme en la memoria colectiva fue fundamental para que haya justicia", aseguró Michi.
Herida imborrable
Gladys Cabezas, hermana de José Luis, pidió "no olvidar" a su hermano. En diálogo con Telenoche, consideró que "no hubo justicia" tras el crimen del reportero gráfico "porque en este país no hay justicia".
"Acá meten preso y dan perpetuas, pero es mentira, después salen porque se portan bien en la cárcel. Yo no sé qué es portarse bien en la cárcel, algún día necesitaría que me lo expliquen", agregó.
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Gladys señaló que, para ella, Yabrán efectivamente se suicidó, pese a varias versiones que lo pusieron en duda: "Lo hizo porque le soltaron la mano". "Yabrán era testaferro de muchas personas, la mafia funciona así", afirmó.
La mujer jamás pudo sacar de su cabeza lo que pasó aquel verano de 1997 en Pinamar. "Fue un crimen horrendo y muy injusto porque se lo hicieron a un laburador, es algo que no tendría que haber pasado. Él era muy buena persona", cerró Gladys Cabezas.