La lucha contra el fuego es dramática en la provincia de Córdoba. Desde el año 2000, cada cuatro o cinco años, Córdoba se tuvo que enfrentar a grandes incendios.
El más devastador fue el del 2013 en Yacanto, que arrasó con millones de pinos, medio centenar de casas y se destruyeron 110 mil hectáreas. El más reciente destruyó unas 6.000 hectáreas, gran parte de la reserva natural en los campos del ejército.
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Pero cada año vale preguntarse qué se está haciendo bien en materia de combate y qué es lo que falta. Los expertos dicen que lo peor está por venir. La temporada más dramática es desde agosto a diciembre, donde la flora y fauna pagan las consecuencias, fecha en la que se desatan los incendios más críticos en la historia de la provincia de Córdoba.
Hacia adelante quedan muchos interrogantes, sobre todo ahora que el gobernador Juan Schiaretti frenó el impuesto al fuego que se cobraba a través de las facturas de la luz. Por lo que, ¿se frenará el envío de fondos a los cuarteles de bomberos? Claudio Vignetta, secretario de Gestión de Riesgo Climático y Catástrofes, indicó que desde el Gobierno garantizan que estarán cubiertos en los próximos años.
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Lo cierto, es que detrás de ese fondo, nunca se extinguió la polémica de la transparencia de lo que se recaudó a través de este impuesto. Según indicó el empresario forestal, Ernesto Neher, que se presentó en 2013 como querellante ante la Justicia tras la denuncia del doctor Palacio Laje por “supuesta malversación del fondo”, ese año “sobraron 31 millones de pesos de los 60 millones promedio recaudados entre 2012 y 2013 por año”.
El exlegislador Ricardo Fonseca indicó que “los cuarteles de bomberos voluntarios no recibieron ese dinero y tampoco se invirtió en logística”. Además consideró que podrían haber hecho “inversiones preventivas mucho más calificadas de las que el Gobierno hizo en ese momento”.
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Sin embargo, los problemas persisten y la prevención nunca es suficiente. El impacto de los incendios no termina cuando las llamas se extinguen. Con las lluvias de la primavera y el verano, los riesgos se multiplican exponencialmente porque es poca la vegetación que retenga las correntías.