A sus 85 años, José "Pepe" Mujica preocupó a todos días atrás. Una espina de pescado se le clavó en el esófago y debió ser operado, aunque la recuperación fue rápida. Tras dejar el susto atrás, el ex presidente uruguayo analizó en Arriba Córdoba el panorama político de Argentina.
"Desde hace mucho tiempo sorprende la virulencia que toman las discrepancias en Argentina. Inevitablemente nos llega mucho lo de Argentina y nos sorprende no que haya diferencias, las sociedades modernas son cada vez más complejas y contradictorias, hay múltiples intereses, esto es inevitable para el mundo entero. Ahora bien: si nosotros a las diferencias objetivas le sumamos la carga de subjetividad, que significa el choque, el insulto, la ofensa, entonces se crea un abismo", planteó.
"La vida me enseñó que en realidad ni el blanco absoluto existe ni el negro absoluto existe".
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Con su sello, pidió alejarse de los extremos y el fanatismo: "Nunca hay un triunfo definitivo de una visión, creyendo que tocamos el cielo con las manos, apenas subimos escaloncitos. Si no, todo es blanco y negro. La vida me enseñó que en realidad ni el blanco absoluto existe ni el negro absoluto existe. Existen tonos".
"Una cosa es discrepar, eso es inevitable, y otra cosa es ofender. Una cosa es la pasión y otra cosa el fanatismo. El fanatismo es primo hermano del odio", agregó Mujica, y cerró pidiendo no cerrar la puerta "al mañana": "Mañana está a la vuelta de la esquina, hay que volver a discutir, a negociar. Lo importante es el porvenir".
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