La tragedia de Trinidad Ballesteros demostró el potencial de peligrosidad que tiene el dogo argentino. Antonio Sixto Nores y Ulises D’andrea Nores, criadores de esta raza, coincidieron en que por su tamaño y fuerza significan un riesgo para cualquiera cuando atacan.
Sin embargo, ambos aseguraron que no es un perro que esté predispuesto naturalmente a ser violento. “Nadie nace malo, ni gente ni animales”, argumentó Antonio.
“No existe ningún tipo de característica que pueda hacerlo más peligroso salvo su estructura. Un dogo mal criado, con su estado atlético y fuerza, es más peligroso que uno de raza chica, eso no se puede discutir. Pero no hay nada en su genética que lo haga más agresivo”, sostuvo Ulises.
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Desde esa postura, dijeron que el principal responsable de cualquier ataque es el dueño del animal. Pero opinaron que el Estado tiene la obligación de establecer parámetros claros para su tenencia y que los criaderos deben entregar perros sanos y sociabilizados.
El dogo en la ciudad
El dogo argentino fue concebido para la caza mayor, por eso una de las claves para su buena salud es la actividad física, lo que los hace ideales para la vida rural. Antonio y Ulises detallaron que no pueden estar en departamentos ni en casas con espacios reducidos.
Sin embargo, son de la idea de que tomando los recaudos adecuados pueden vivir en la ciudad. Para eso, lo primero es la vivienda: debe tener suficiente espacio pero además garantizar que no se escape.
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Además, enfatizaron que tienen que hacer ejercicio: “No alcanza con sacarlos a dar la vuelta a la plaza o la manzana. Lo ideal es que hagan dos horas de ejercicio diario”, indica Ulises.
A la hora de pasearlos también es importante extremar cuidados. Nunca deben sacarse en compañía de otro perro, tienen que ir atados y llevar bozal en todo momento.
“El bozal no va a lastimar la psicología del animal, no le afecta en nada. Pero no hay derecho a que una persona que camina tenga que cruzarse de vereda porque vos creés que tenés más derechos”, dijo Ulises.
Sanciones y controles
Ulises se mostró crítico de la ordenanza 13.321, que regula la tenencia de perros catalogados como “potencialmente peligrosos” en Córdoba capital. Afirmó que limitar los controles a 14 razas es un error y que debería contemplar a cualquier animal que pese más de 25 kilos.
“El dueño de cualquier perro de tamaño mediano o grande tiene que saber que tiene que responder penal y civilmente ante un accidente”, especificó. Sobre el caso de José Luis Nieto (55), el dueño de los dogos que mataron a Trinidad y que está imputado por homicidio culposo, declaró: “Una persona que tiene siete denuncias previas y hasta una condena establecida… Para mí es doloso”.
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El cambio de carátula implicaría que la Justicia presuponga que Nieto era consciente que tener a esos canes implicaba un riesgo y no tomó los recaudos debidos. En ese caso, podría recibir una pena de hasta 25 años de prisión.
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“No se trata del dogo sino del mal uso de todas las mascotas”, señaló Antonio. Y agregó: “Hablo de todas las razas porque potencialmente peligrosas depende del tamaño de la persona. Un fox terrier es peligroso para un bebé recién nacido”.
En esa línea, sugirió como medida el microchipeado. Esto implicaría colocar un chip subcutáneo a cada animal doméstico con información sobre su registro. De esa manera, los dueños podrían ser identificados.
Además, los datos allí cargados permitirían acceder a la información sanitaria del animal, como su carnet de vacunación y desparasitación.