En tiempos en que la política parece atravesar una sequía de referentes, el nombre de Arturo Illia vuelve a emerger como un faro. Mucho antes de llegar a la presidencia, cuando ejercía como médico en Cruz del Eje, Illia construyó un vínculo cotidiano con los vecinos que aún hoy lo recuerdan en anécdotas simples: la visita desinteresada, la palabra amable y un consultorio que nunca cerraba la puerta.
Aquella etapa cordobesa moldeó no solo su relación con la comunidad, sino también una ética política que, con los años, se volvería su marca registrada.
“Referentes, personas que dejaron huella” nace con la intención de poner en valor esas figuras de la historia reciente que pasaron por Córdoba y que se destacaron por su ética, coherencia y compromiso. Illia fue una ellas.
Su casa museo, en Avellaneda 181 de Cruz del Eje, es una manera auténtica de adentrarse en su historia.
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El recorrido político de Arturo Illia como senador, vicegobernador (truncado por la coyuntura), diputado, gobernador electo (aunque por los vaivenes políticos de la época no pudo asumir) y sus tres años de presidente revela algo más que una lista de cargos: muestra la coherencia de un hombre que entendió la política como servicio. Un dirigente que nunca necesitó imponerse para ser respetado.
Tal vez por eso, a pesar de los gobiernos interrumpidos, su figura sigue entera.
Illia se volvió otra cosa: un refugio. Un lugar al que volver cuando la política se llena de ruido, incoherencias y se aleja de lo verdadero.