Es una tarde de verano en Córdoba de esas donde la humedad te plancha. La vegetación del Camino del Cuadrado enmarca el refugio serrano que casualmente se llama La Cuadrada. Tocamos la campana y ahí están Jorge Cuadrado y sus perros para recibirnos. Tenemos una larga tarde de cocina por delante, porque vamos a preparar las pizzas que al periodista le hubiese gustado comer alguna vez con sus abuelas: Porota, la radical y Negra, la peronista.
Entre levadura y harina, Jorge reconoce que es muy competitivo: “Me aburro si no compito. Incluso cuando me pongo metas personales y compito con mi vagancia o con mi ansiedad es cuando más quiero ganar”. Y lo de la vagancia parece que cala hondo en su análisis personal porque hasta confiesa que le hubiese encantado ser músico: “Mi haraganería no me lo permitió. Hay que practicar muchísimo y dedicarle tiempo a los instrumentos”.
Acostumbrados los televidentes a verlo de traje y corbata siempre impecable, el de entrecasa usa jean, remera mangas cortas y zapatillas. Es un tipo sencillo, que pasaría desapercibido en cualquier lugar si no fuera una figura tan popular de la tv. Cuando puede le esquiva a las fiestas multitudinarias porque asegura disfrutar cada vez más de estar con poca gente. “La pregunta que más me hacen es ¿qué le pasa a Jorge? Qué le voy hacer, es mi naturalidad…me encantaría ser más simpático”, dice sin mucho rollo reconociendo que su gesto natural es serio, hasta caracúlico para muchos. “Igual no necesito ser Miss Simpatía”.
Mientras leuda la masa de las pizzas, en la galería de la casa nos acaricia una brisa fresca. La guitarra empieza a sonar de la mano de anécdotas del colegio secundario, la Guerra de Malvinas y la Dictadura Militar. “Teníamos un dúo con un amigo y cantábamos canciones que en esos días estaban prohibidas”, recuerda Jorge. Si bien no fue a la guerra, tuvo que hacer el servicio militar y el año pasado su oficio periodístico lo llevó a Malvinas donde se encontró con los vestigios de aquel enfrentamiento: “Lloré estando ahí, es imposible no hacerlo”, recuerda con ojos húmedos.
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Pero la guitarra también trae canciones de cuna, como las que le cantaba a su único hijo Alexis cuando era bebé. “Ser papá cambió mi mundo”, cuenta. Recordando su infancia y la relación con sus papás Jorge reflexiona sobre el vínculo difícil que tuvo: “Mi viejo era un tipo difícil. Yo he hecho todo el esfuerzo por ser un papá distinto al mío y darle a mi hijo todas las herramientas para volar”. Alexis y su mujer Daniela son su mayor orgullo: “Estoy contento del trabajo que hemos hecho como papás”.
Los hongos de Pino, el puerro rehogado y la salsa de tomate se combinan sobre la masa para completar unas pizzas ¡exquisitas! Cuesta creer lo que Jorge dice de su vagancia porque esta tarde hizo de todo y muy bien. La charla sigue sobre temas como su relación con Lalo Freyre, a quien reconoce como un amigo y recuerda con cariño el día en que Lalo lo llevó en su auto hasta su casamiento. Las redes sociales, los nuevos desafíos como periodista y tantas cosas más. Mirá el capítulo completo: