La pregunta era obligada en la década del 80, con la recuperación de la democracia, para cualquier jovencito de 17 que quisiera hacer periodismo de trinchera (sin tanta teoría y con un micrófono en la mano): ¿trabajaste para Jorge Zapata?
En esa época solo se podía estudiar en la “escuelita” de Ciencias de la Información, para salir con todas las ansias a dar a conocer a través del periodismo las aberraciones de los años recientes. Aún recuerdo esas aulas llenas de dolor y de reclamos por los compañeros desaparecidos por la dictadura.
En medio de todo ese entorno aparecía Audiovisión. Una empresa de televisión, creada por un adelantado del periodismo de aquella época (con fama de mal carácter pero de buena gente), que no se cansaba de producir y producir programas. Que abría caminos a la televisión de Buenos Aires.
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Y que, además, se convertiría en la escuelita obligada de muchos de nosotros que por primera vez queríamos ver un micrófono y una cámara en serio, más allá de las dibujadas en los libros de texto.
Atrás de ello no había un improvisado. Jorge Zapata fue reconocido por su periodismo valiente, que desplegó a través de su laureado programa “Los grandes temas nacionales”.
Incluso, hasta le valió el prestigioso Premio Santa Clara de Asís. “A ese lo tengo muy presente porque me lo entregó mi madre”, confesó. VIDEO:
Se enorgulleció de haber conseguido notas únicas, como la que hizo con Isabel Perón “en un lugar en donde más de 100 periodistas esperaban por ella”. También reconoció que fue muy amigo de José Manuel de la Sota: “Trabajé para muchas campañas y siempre destaco su capacidad de marketing”.
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La pasó muy mal cuando lo echaron de los medios y ese dolor de la ingratitud lo empujó a producir otra vez, pero sólo detrás de las cámaras y por decisión propia.
Tiene dos hijas, fruto del amor de su compañera de toda la vida, su “Pichi”. A ellas no pudo trasladarles esa pasión que corre por sus venas cuyo corazón sigue estando en la calle Espora. Pero eso no le pesa, porque no quiso obligarlas a nada. “Mis hijas fueron muy pocas veces a Audiovisión”, contó.
Reconoce que su debilidad son sus nietos, pero ni aún la distancia (todos viven en el sur argentino) ha podido diluir ese lazo invisible que refuerzan cada vez que se encuentran. VIDEO:
Fue un desafío personal hacerle la nota a uno de mis primeros empleadores, o maestros.
En mis años de trabajar en Audiovisión, no puedo decir que le tuve miedo a Zapata, pero siempre se las arreglaba para imponer autoridad sin muchas palabras. Alcanzaban sus poderosos ojos y su sabiduría adelantada.
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En mi programa (Mi Otro Yo, viernes 21hs. por Canal C) le agradecí que me haya dado la posibilidad de trabajar en su empresa, en momentos en que era muy difícil que me dieran una oportunidad laboral. Desde que salgo en los grandes medios, me llama personalmente para invitarme a sus programas, porque quiere hacerlo él en lugar de sus productores: “Hola estrellita, me dice entre sonrisas”.
Mire, señor Zapata: esto se lo digo por primera vez. Si algo de estrellita tengo, es porque usted, primero que nadie, me prestó su firmamento para que yo practicara hasta estar lista.
Fue lindo tenerlo, maestro.