A unos cinco meses de formalizar su relación con Luciano Castro, Flor Vigna abrió su corazón. Tocó varios temas, desde cómo se conocieron hasta su primera cita y su conexión sexual.
“Yo no descubrí nada del sexo hasta después de los 25 años. Apenas sabía hacer un misionero y admito que fue una responsabilidad mía”, contó en una entrevista a Teleshow. Sin embargo, confesó que se redescubrió a ella misma por un nuevo amor: “Me pasó con Lucho”, dijo.
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Y así, habló de un momento que la marcó: “Cuando él me dijo: ´Qué lindo que es ese lunar que tenés ahí´, yo me enamoré de ese lunar. De un lunar al que jamás le había puesto atención. La conexión con otro, con su mirada, con su piel, te hace percibirte de otra forma. El morbo te resulta banal y lo que sentís, lo que pasa entre los dos, pasa a ser místico”.
Cómo es Luciano con Flor
“Lucho tiene algo muy lindo. De cuidado, de preguntar qué quiero y necesito”, contó. Además, Flor mencionó que valora mucho que la quiera “al natural”. “Me enseñó a amarme y a que yo también puedo ser mimada. Un día me miró desnuda y me dijo: ´Nunca te operes´", expresó.
La primera conversación que tuvieron
“Che, ¿cómo estás? ¿Todo bien? Vamos a laburar juntos, ¿sabías?”, fue lo primero que le dijo Luciano en el gimnasio de Vicente López donde se conocieron. A lo que la bailarina respondió: “Uy, sí, pero no podemos hablar nada por el contrato de confidencialidad”. “Bueno, pero podemos hablar de otras cosas”, remató él.
En ese momento, Flor lo miró y hubo algo que le llamó la atención: su simpleza. “Lucho va a entrenar como un mendigo. Así vive en la diaria, totalmente desarmado. Usando las dos remeras que dejó acá, y que son las peores. Y así lo vi venir ese día. Lo miro y pienso: ´Yo te conozco de otra vida´. Tenemos demasiado en común”, agregó.
Su primera cita
El plan fue una merienda a la tarde en la casa de Flor. “Preferí que sea de tarde porque de noche es más difícil echar a la gente”, sostuvo. Para comer, contó que pidió "un budín de banana, que nunca se comió, y una limonada”.
“Al rato de haber recibido el pedido, lo miré y pensé: ´Soy una rata! Esto es re poco´. Así que volví a pedir otras cositas para quedar bien. Él entró y yo estaba re nerviosa, le dije: ´Bueno, mirá, compré esto para merendar’. Y nos tiramos en el piso donde tenía uno almodones”, cerró.