Marcelo realmente necesitaba esos $3 millones. El gigante de cabello largo se anotó a Los 8 Escalones después de las insistencias de su madre y con un único objetivo: ganar el premio mayor para poder saldar las deudas que tenía pendientes.
Además, quería darle una mano a sus seis hijos y cumplirles algunos gustos que habían suspendido por su ajustada situación económica.
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Por eso, Guido Kaczka y el jurado no se sorprendieron al ver la euforia del vikingo al consagrarse campeón. “Al fin se me dio” empezó a gritar, y agregó: “No me lo saca nadie, eh”, en referencia al cheque que le entregaron.
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Una tensa negociación
A pesar de la alegría, Marcelo decidió no conformarse y fue por el pez gordo: la llave, el pase a la gran final en la que se jugará un departamento a estrenar. Su dueño era Diego, un tatuador que fue al programa con el objetivo de juntar los recursos necesarios para poder actualizar su equipo de trabajo.
En la negociación, el vikingo lo pinchó por ese lado: “$200 mil. ¿Sabes qué? ¡La tatuadora te compras!”. Sin embargo, su contraparte se mostró reacia y le exigió “un poco más”.
“Bueno, $300 mil. Tengo que pagar deudas…”, advirtió el comprador. “Si hay cinco…”, le contestó, a cara de perro. Tras idas y venidas partieron la diferencia: Marcelo puso $400 mil y se quedó con la dorada.