Bailar y cansarse más de lo normal fue una secuencia que se repitió en una niña de 7 años que, hasta aquellos días, era pura energía. A eso se le sumó una palidez en su rostro que su mamá no dejó pasar. Algo no estaba bien y ambas lo sentían. Al acudir el médico, como quien va por un control de rutina, recibieron una noticia que les cambió la vida.
Lo que siguió fue tan rápido y duro que no tuvieron tiempo de procesarlo. Solo comenzar a vivirlo podía darles el espacio para que eso suceda. En apenas una hora y luego de realizarse un análisis de sangre, el diagnóstico fue muy claro: Tesalia Ríos tenía una leucemia linfática aguda tipo B.
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Como cada 15 de febrero, este miércoles se conmemora el Día Internacional del Cáncer Infantil y esta familia cordobesa decidió compartir su historia en diálogo con ElDoce.tv.
Si bien después de un duro y largo proceso de quimioterapia confirmaron que la niña venció el cáncer, se encuentra en una etapa de mantención y realiza un tratamiento oral desde su casa. Su lucha sigue, pero aferrados a la fe y al amor de muchos afectos buscan generar conciencia y esperanza a miles de niños, niñas y familias.
La noticia
Celeste Alderete (46) fue la primera en recibir la noticia sobre su hija Tesalia. Juntas habían ido ese día al médico. Desde entonces, hace ya un año y medio, los hospitales se volvieron su segunda casa y los profesionales de la salud parte de su familia.
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“Cuando nos dieron el diagnóstico nos derivaron directo al hospital, ya no podíamos volver a casa”, recordó Celeste.
La mujer confesó lo duro que fue explicarle a su hija lo que estaba pasando y contenerla: “Fue difícil tener que decirle que tenía que estar en esa clínica para que se cure y que iba a empezar a tomar una medicación fea. Es muy fuerte”.
El proceso
La primera semana en el hospital Tesalia recibió corticoides para ver si le bajaba la leucemia, pero no resultó. Después pasó a un tratamiento de quimioterapia en donde debía permanecer internada 33 días.
“Si bien con esas quimios le bajó, los médicos esperaban más, así que la diagnosticaron como una paciente de alto riesgo por ser una enfermedad agresiva y resistente a la medicación que le ponían”, explicó la mamá.
El papá, Miguel Ríos (46), iba todos los días al hospital a verla. Salía a la mañana y volvía a la noche. Con el tiempo, pudo empezar a llevarle algunas comidas que a su hija le gustaban.
“Ella me pedía que le hiciera la comida y yo le llevaba. Para ella era como un alivio en medio de todo lo que pasaba y yo necesitaba verla un poquito más contenta”, sostuvo.
Luego de una varias semanas de internación, a Tesalia le realizaron una punción de médula y recibieron la noticia más esperada: ya no se veían rastros cancerígenos. Sin embargo, el papá recordó con dolor: “El médico, al verla contenta a mi esposa y preguntarle si nuestra hija 'estaba curada', dijo que no. Que esto es un proceso largo y que para decirnos que estaba curada debían pasar 5 años. El cáncer todavía puede volver”.
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Una lucha, muchos "¿por qué?"
Tesalia tenía que continuar el tratamiento en el hospital y Miguel describió ese impacto para todos. Cuando le daban un descanso, usulmente de una semana para que vaya a su casa, a ellos se les hacía muy corta. “Ella sabía que tenía que armar el bolso y nosotros que teníamos que volver a llevarla”, dijo.
La pequeña tuvo que dejar su casa, su habitación, las comidas que le gustaban, sus amigas, el colegio y hasta alejarse de la mayoría de sus familiares. “Lo nuestro fue automático, no nos dio tiempo a nada. Lo bueno es que las maestras iban al hospital y la acompañaban en el estudio. Pero duele mucho como padre tratar de hacerle entender que hay cosas que no se pueden y ella te pregunte 'por qué'”, expresó Celeste entre lágrimas.
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La caída del pelo fue otro de los episodios que ambos relataron con dolor. Miguel contó que le escondían los mechones cuando se le desprendían para que no se diera cuenta y así aliviarle la tristeza.
En cuanto a la contención, el papá de la niña se emocionó al hablar de su familia: “Siempre nos han contenido y además nos aferramos mucho a Dios. Cuando terminamos fue un sueño, no lo podíamos creer. La alegría que teníamos todos era tan grande. Fue un año y unos meses, pero para nosotros fueron como diez”.
Miguel expresó su admiración y agradecimiento a todos los profesionales de la salud que los acompañaron en este proceso.
“Tienen un lugar al lado de Dios por la forma en que tratan y sobrellevan a todos los niños con esta enfermedad. Son un equipo que cada uno va a haciendo su papel, pero todos por igual y sabemos que también les duele, aunque no lloren al frente nuestro porque son profesionales, se les nota en la mirada y en alguna lágrima”, manifestó.
Tesalia y su nueva vida
“El doctor me dijo que ya podía comer cosas crudas, como frutas. También puedo cepillarme los dientes, antes no y me hacía buches”, dijo la pequeña con una gran sonrisa, hamacándose en su casa y rodeada del amor de toda una familia.
¿Cuáles son sus frutas preferidas? Sandía y frutilla. ¿Y comidas? Supremas, papas fritas y las empanadas de papá. Tesalia también contó que le gusta cocinar, bailar, jugar, peinar a su hermana y pintarla.
“Tengo muchas amigas y me divierto mucho en el colegio. La materia que más me gusta es matemática”, expresó ansiosa por volver a clases y empezar tercer grado con sus compañeros.
Cómo ayudar a los niños y familias
Celeste remarcó la importancia de donar sangre y médula para los pacientes con cáncer infantil: “Es impresionante lo que ellos necesitan porque se quedan sin plaquetas, sin glóbulos blancos, es fundamental que la gente tome conciencia de que pueden salvar vidas”.
Celeste y Miguel miraron a la cámara y en este día tan importante dedicaron un mensaje especial para todas las familias que están atravesando la enfermedad.
Tesalia, Celeste y Miguel.
"Aférrense a Dios y sean muy unidos con su familia. Cuando uno lo vive en carne propia se da cuenta todo lo que significa”, dijo el papá de Tesalia. Mientras que la mamá aseguró que hay que sobrellevar el día a día e ir paso a paso, pero que se puede.
¿Y Tesi? Ella eligió transmitir fuerza y energía con su estilo: miró a cámara, mostró su sonrisa y le mandó un beso a esos miles de guerreros y guerreras tan anónimos como valientes.