El 9 de septiembre pasado, Julieta Silva (30) atropelló y mató a su novio Genaro Fortunato (25) a la salida de un bar en San Rafael, Mendoza. Aquella fatal madrugada, la joven entró en una crisis de nervios cuando observó que el rugbier no reaccionaba.
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Minutos posteriores, llamó al 911 para pedir ayuda. Estaba desesperada: “No te lo puedo creer, no te lo puedo creer”, se la escucha gritar mientras esperaba que desde el Centro Estratégico de Operaciones la atendieran.
“Hola, necesito una ambulancia. Atropelle a alguien, no lo vi, no lo vi. No lo puedo ver, no lo puedo ver. Por favor, por favor. Está muerto”, aseguró entre lágrimas cuando hablaba con el operador de la policía, quien le pedía que se calmara y le diera la dirección del accidente.
Un cuidacoches dio su versión de los hechos y manifestó que se desencadenó luego de que Julieta Silva y Genaro Fortunato protagonizaran una fuerte discusión. Al parecer, él se puso frente al auto, ella arrancó y lo chocó. Luego habría dado un giro en U y volvió a impactar sobre el chico, que ya estaba tirado en el suelo.
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Mientras se debate entre el homicidio culposo y el dolo eventual, la Cámara de Apelaciones le otorgó la prisión domiciliaria, luego de haber estado 52 días en la cárcel. Por su parte, el juez de garantías Gabriel Ravagani dio un mes más de prórroga a la fiscalía para que continúe con la investigación.