El horror parece de película, pero ocurrió en una casa de barrio General Bustos. Un hombre de 28 años fue detenido acusado de tener encerrados y atados a sus tres hijastros y violar a su pareja.
Los niños de 8, 6 y 4 años recibieron golpes y fueron sometidos a torturas. El agresor los mantuvo durante horas al rayo del sol a punto tal de que sufrieron quemaduras de primer y segundo grado en sus pies.
El cautiverio duró del 4 al 7 de enero, hasta que la mamá de los menores logró escapar de la vivienda en ropa interior y pudo dar aviso a la policía, que fue de inmediato al lugar y encontró a los niños muy lastimados. Durante esos tres días el hombre no les dio agua ni comida.
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Fue detenido y está imputado por abuso sexual con acceso carnal, lesiones leves calificadas, lesiones leves, amenazas calificadas reiteradas y privación ilegítima de la libertad. La fiscal de violencia familiar Betina Croppi le confirmó los detalles a Noticiero Doce.
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El hombre y la madre de los niños eran pareja desde hace apenas algunos meses y convivían en la casa de ella. El calvario, los golpes y la privación de la libertad comenzaron por celos y una acusación de infidelidad.
La mayor parte de la violencia fue ejercida hacia los dos niños más chicos. Según explicó la fiscal, el agresor sólo dejó salir una vez a la mujer durante esos tres días: le dijo que si no volvía en una hora castigaría otra vez a los niños. Por el miedo que sintió, regresó sin pedir ayuda.
La mujer, que también estuvo atada y fue abusada en reiteradas ocasiones, ya había sufrido violencia durante su relación anterior con el padre biológico de los niños, que tiene una orden de restricción.
El caso fue alertado a ElDoce.tv por una doctora que vio la gravedad de la situación y se horrorizó.
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En la investigación interviene el Polo de la Mujer. La Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia (SENAF) fue notificada, pero no tendrá participación porque no existe lazo parental entre los menores y el agresor.
Croppi reveló además que los vecinos escucharon gritos durante aquellas jornadas de violencia y tortura, pero que no dieron aviso a la policía porque ya había ocurrido en ocasiones anteriores. De hecho contaron que, debido a las amenazas, cada vez que un patrullero llegaba a la casa la mujer los recibía y les decía que estaba todo bajo control.