Se revelaron los resultados de nuevas pericias que complican aún más a los 10 rugbiers detenidos por el crimen de Fernando Báez Sosa (18) en Villa Gesell. Las pruebas forman parte de la investigación y podrían ayudar a determinar la participación que cada uno tuvo en el asesinato.
La revisación médica a los acusados arrojó un detalle clave: todos tienen lesiones o marcas que son compatibles con el ataque que terminó con la vida del joven. Los datos fueron difundidos por Clarín, que logró acceder al expediente de la causa.
De los 10, seis podrían ser los más comprometidos: tienen lesiones en sus nudillos producto de los golpes a la víctima. Otros tres presentan considerables marcas en sus brazos.
Las lesiones en los nudillos de Thomsen. / Foto: Clarín
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Otro detalle clave que figura en el expediente es que los rugbiers arengaban “Dale, matalo”, mientras Fernando estaba en el piso agonizando. En base a lo analizado hasta ahora, Máximo Thomsen y Ciro Pertossi son los apuntados como coautores de homicidio.
Ciro Pertossi tenía lesiones en ambas manos y un hematoma en su frente. / Foto: Clarín
Los chats de WhatsApp y la última foto
Entre los elementos peritados también están los celulares y las conversaciones de los involucrados. En el documento de la investigación figuran capturas de pantalla de mensajes que los amigos de Fernando enviaron en el grupo de WhatsApp que hicieron para el viaje a Villa Gesell y al que llamaron “Gesellardo”.
“Nos están vagando a piñas”, escribió uno de los jóvenes, con un un error de tipeo demuestra el pánico. “Hay alto quilombo”, puso otro. E insistió: “Salgan todos los que quedan”.
"SALGAN TODOS QUE FER ESTÁ INCONSCIENTE", escribió otro en mayúsculas en un momento de máxima desesperación. Cuando comenzó el conflicto, la seguridad de Le Brique sacó del boliche a los rugbiers y a parte del grupo de amigos de Fernando, por lo que cuando comenzó la golpiza fatal algunos aún estaban dentro.
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Además, se difundió la última foto que Fernando se sacó con vida. Él y sus 12 amigos posaron con sonrisas tras ingresar al boliche, sin saber el calvario que les tocaría sufrir después.