“A Antonio no lo conocí, murió muy joven, de manera trágica. A Agustín sí, era un personaje”, comentó Antonio Sixto Nores. “Yo era muy chico, vivía colgado de los pantalones de él y de papá porque siempre me apasionaron los perros”.
Antonio pertenece a la segunda generación de los Nores Martínez, la familia que creó el dogo argentino casi un siglo atrás en la provincia de Córdoba. Comparte el nombre con su tío, el médico al que se le adjudica la raza. Además es el titular de Santa Isabel, el criadero en el que surgieron los primeros ejemplares.
“La historia del dogo se remonta a 1927, en una Córdoba que tenía mucha influencia de inmigrantes. La diversión de ese momento eran cosas que hoy parecen y son muy cruentas: riñas de gallos y peleas de perros”, contó.
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Según las anécdotas familiares, el Dr. Antonio Nores Bas, abuelo de Antonio Sixto, no aprobaba estas prácticas. La leyenda dice que el terrateniente, dueño de grandes campos y aficionado a la caza, desafió a sus dos hijos a crear un perro para la caza mayor.
“Les dice que agarren al perro de pelea cordobés, que era un mestizo que se usaba en las riñas de esa época, un perro inútil que nada más servía para la pelea y el ring, y que hicieran algo para el campo. Era una época en donde ya se había introducido al país el chancho jabalí que es exótico y al día de hoy está generando problemas ambientales”, narró Antonio.
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Antes de empezar los entrecruzamientos, los hermanos Nores Martínez “diseñaron” y “prototiparon” el perro ideal. “Le pusieron el color blanco para poder verlo de noche, la forma de la boca y los labios arremangados para que sostenga a la presa, la profundidad del pecho para darle aire…”, enumeró Antonio Sixto.
Demoraron dos décadas en estabilizar la raza y cruzaron cientos de perros en Santa Isabel y en un campo en Totoral. Establecieron tres familias para evitar la cruza entre parientes: la Araucana, la Comechingón y la Guaraní.
Sobre la base del perro de pelea cordobés, sumaron otras razas de riña: el bull terrier, el bull dog y el boxer. A estos agregaron siete perros de caza: el gran danés, el mastín de los pirineos, el galgo irlandés, el pointer, el dogo de bordeaux y mastín.
En el medio de ese proceso Antonio se recibió de médico cirujano en la Universidad de Rosario. Los conocimientos de genética que adquirió le ayudaron a pulir detalles.
Por su parte, Agustín se convirtió en funcionario público. Fue camarista federal y embajador argentino en Canadá. Las relaciones de la familia aristocrática con otros importantes personajes de la época también fueron claves.
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“En 1929 el vicepresidente de la nación era Enrique Martínez, tío de Antonio y Agustín. Cuando vino el presidente de Estados Unidos le trajo de regalo un mastín que había salido campeón. Martínez de Hoz, que era gobernador, les dio un bull terrier. El arquitecto Hugo Miguel Arrambide tenía pointers. Así fueron armando las piezas”, detalló Antonio.
El dogo, al borde de la extinción
“A Antonio lo asesinan en una cacería. Había salido con un amigo y un chico, que los acompañaba para levantar las presas. El menor los asesina en el medio del campo a los dos, a mi tío con su propia escopeta. Los mata para robarles un reloj, cinco pesos y no sé qué otra cosa”, dice el sobrino.
El homicidio tuvo lugar en 1956 y representa un momento bisagra en la historia del dogo. Un año antes, durante la Revolución Libertadora, Agustín -que militaba en el peronismo- había sido detenido. Estuvo cuatro años preso.
La raza queda diseminada y sobrevivió gracias a los perros que Antonio y Agustín habían regalado a familiares y amigos. Algunos fueron a La Cocha, estancia que hoy es el criadero más grande del país y que está en manos de Ulises D’andrea Nores, nieto de Antonio Nores Martinez.
La figura de Agustín y la polémica en el entorno del dogo
Ulises sostiene que Antonio fue el creador de la raza y Agustín su “difusor”. Antonio Sixto cuenta que su padre, Francisco, era de la misma idea pero que él difiere un poco.
“Es lo que dicen todos los libros y lo que el propio Agustín, por lealtad a su hermano muerto, decía”, detalla. Y agrega: “Pero la realidad es que los dos empezaron con 18 y 20 años el proyecto”.
Al recuperar la libertad Agustín reagrupó varios de los dogos que estaban vivos y los llevó a Esquel para retomar su reproducción. Ahí se encontró con un escenario muy diferente: montañas más altas, grandes extensiones y jabalíes de mayor porte. Con el objetivo de seguir con la caza, volvió a realizar entrecruzamientos y buscó un animal más pesado, algo que en el entorno se le criticó porque se trataba de una raza estabilizada.
Paralelamente, en Córdoba, tuvo disputas con quienes usaban el dogo para las riñas. “En eso fue un batallador incansable y hasta se peleó con mucha gente del medio. En algún momento dijo 'me están arruinando la raza', por el trabajo de años que llevó a sociabilizar los animales”, sostiene Antonio.
Reconocimiento internacional, galardones y polémica actual
En 1964 el dogo fue reconocido como raza por la Federación Cinológica Argentina (FCA), entidad encargada del registro genealógico de los perros de raza. Casi una década después, en 1973, la Fédération Cynologique Internationale (FCI) lo admitió a nivel internacional y el dogo argentino se estableció como la primera y única raza nacional a nivel mundial.
En pocos años su status se fortaleció y ganó terreno en países en los que la caza mayor está permitida, como Japón y naciones de Europa del este.
En 1990 por primera vez un ejemplar se impuso en el mundial organizado por la FCI. Escorpión, nacido en Santa Isabel, compitió contra 122 mil perros de todas las razas en Brno (Checoslovaquia) y se consagró campeón absoluto.
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El año pasado Yacaré del Zenta, otro ejemplar nacido en Córdoba, llegó lejos en el mundial de España. Ganó la categoría dogo y el grupo dos, compuesto por otros perros catalogados como "de trabajo".
Este año, en Córdoba, el dogo quedó envuelto en polémicas. En mayo fue incluído dentro de las 14 razas definidas como “potencialmente peligrosas” por la ordenanza municipal 13.321 más allá de que la familia de sus creadores insisten en que no es un animal naturalmente agresivo.
A principios de julio tomó relevancia mediática después de que dos escaparan y mataran a una adolescente en barrio Estación Flores.
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