La pandemia por coronavirus provocó una profunda crisis sanitaria y económica en la mayoría de los países más afectados, y también dejó miles y miles de varados en pueblos, ciudades y aeropuertos de todo el mundo. Así fue que en los últimos dos meses conocimos cientos de historias de argentinos dispersos por el planeta rogando al Gobierno volver a sus casas. También supimos de muchos cordobeses varados en otras provincias y de argentinos que tuvieron que pasar la cuarentena en Córdoba sin poder regresar a sus hogares.
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Pero la siguiente historia tiene ribetes inusitados, distintos a todas los demás. Los protagonistas son Agostina Radziwonski (35 años) y Alessandro Bagnolini (38), ella cordobesa y él italiano. Se conocieron en el país europeo pero decidieron casarse en Carlos Paz, donde Agostina pasó buena parte de su infancia y juventud.
Casamiento inolvidable
El casamiento estaba previsto desde hacía muchos meses para el 14 de marzo del 2020, incluso antes del nacimiento de la segunda hija de la pareja. En su momento ella decidió radicarse “por amor” en Italia junto a Ale y juntos formar una familia, pero con la condición de celebrar muchos de sus momentos importantes en Argentina. Por eso el lugar de su boda fue en las sierras de Córdoba. Ni la peor pandemia del último siglo podría arruinarla.
Pero la peste sí complicaría todo. El día anterior a la fiesta, el viernes 13 de marzo, en la provincia de Córdoba había 3 casos positivos confirmados y el gobernador decretaba la suspensión de eventos masivos públicos y privados. Pese a las incertezas respecto a la situación de los casamientos y otras reuniones sociales, los dueños del salón contratado decidieron dar de baja el fiestón. A esa altura no regía el aislamiento obligatorio, aunque muchos ciudadanos ya cumplían con las medidas de seguridad sanitarias.
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El 27 de febrero habían llegado desde Italia los padres de Alessandro, Gabriele Bagnolini (72 años) y Rita Miccoli (72), y el mejor amigo del novio, Matiz Mazzoni (38). Si no iba a haber fiestón, los novios, sus familias y los amigos merecían, como mínimo, una fiesta improvisada. Finalmente, hubo casamiento por iglesia en la fecha prevista y luego una celebración bastante más sencilla que la planeada.
+ Los casados:
El regreso puede esperar, pero no tanto
Los recientemente casados tenían vuelo de regreso programado para el 28 de marzo. Pero para esa fecha el país estaba cerrado y atravesando la segunda semana de la cuarentena obligatoria que se instauró el 20 de marzo. Los novios, sus hijos, los padres de Ale y su mejor amigo, debieron reprogramar pasajes.
Como Agostina tiene a su familia en Carlos Paz, los “tanos” no tuvieron inconveniente en estirar la estadía en Argentina. En cuestión de días retornarían a Cesena, una ciudad de casi 100 mil habitantes ubicada en la región norte de Italia, a unos 15 kilómetros del mar Adriático.
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Sin embargo, la crisis sanitaria se profundizó allá y acá. Miles de vuelos se cancelaron y las repatriaciones humanitarias se volvieron los servicios más preciados, aunque inalcanzable para muchos.
En diálogo con ElDoce.tv, Agostina contó que hoy por hoy “la incertidumbre es la única certeza que tenemos”. “Afortunadamente estamos en una situación que podemos aguantar porque mi familia acá nos contiene, pero mis suegros necesitan volver porque corre serio riesgo de pérdida los cultivos que tienen en Italia. Además, la abuela de mi esposo, de 93 años, quedó solita y hace un mes que nos espera”.
Alessandro es informático y trabaja para una empresa de indumentaria. “Como no es un servicio esencial, por ahora está más tranquilo y podría realizar tareas desde aquí, pero no sabemos hasta cuándo”, señaló.
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La cordobesa y los italianos quieren evitar el regreso de pesadilla que realizó Matiz, el mejor amigo del novio, quien tras una sucesión de cancelaciones, reprogramaciones y estadías en lugares inimaginados durante cuatro días, finalmente llegó a su hogar el 26 de abril.
“Mis suegros pertenecen al grupo de riesgo y no podemos exponerlos a tanta cantidad de días y a cruzarse con tanta gente. Además, los pasajes cuestan hasta 2 mil euros por persona y, encima, hay que salir corriendo a abordarlos porque te avisan de un día para el otro de un vuelo que sale desde Ezeiza, el cual tiene posibilidades que se cancele o reprograme. Es un momento de mucha incertidumbre para todos”, manifestó, y cuestionó: "Cómo hace una familia de seis personas para pagar boletos a esos valores, siendo que ya teníamos nuestros pasajes de regreso pagos desde antes de venir desde Italia".