Todo se complicó en el momento más inoportuno en la vida de Oscar Hudson, un mendocino que en los últimos años se dedicó a la venta de artículos de pesca a la vera del lago del Parque Sarmiento. Las circunstancias lo llevaron a pasar más de 70 días de la cuarentena viviendo en una carpa, encerrado en el parque y atrapado al aire libre.
Allá por marzo, unos pocos días antes del inicio del aislamiento social, preventivo y obligatorio, Oscar había salido de la pensión que rentaba para trasladar su vida a La Serranita, a 43 kilómetros de la capital provincial. Desde hacía varias semanas junto a su socio venían acondicionando unas viejas cabañas de un campo.
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Cuando estaba a punto de partir hacia aquella localidad turística para vivir y administrar las cabañas, el decreto presidencial que estableció el fin de la libre circulación de las personas en el país para evitar la propagación del coronavirus obligó a Oscar a frenar sus planes y a replantearse adónde atravesar los días venideros.
“Dejé todo para irme y no me pude ir. La policía me ofreció un lugar para alojarme pero preferí quedarme acá en carpa porque tenía muchas pertenencias y no podía llevar a mi perro Ciro”, dijo el protagonista de la historia en una entrevista para El Show del Lagarto.
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Los policías accedieron a su pedido y le pidieron que cumpla con las condiciones de evitar salir del sector en el que se instaló, no tener contacto con ninguna persona y tampoco vender los productos que comercializaba.
En soledad en un parque céntrico
“Estuve solo con la nada porque en el parque no había nadie: solo podía hablar con mi perro. Estaba al aire libre pero estaba solo y nadie me podía venir a ayudar porque se arriesgaban a quedar detenidos. La cosa se puso brava y estuve entre tres y cuatro días casi sin comer”, relató.
Oscar tiene tres hijas que no viven en la ciudad de Córdoba y cinco nietos, de los cuales una nena tiene asma. “La gente que podía ayudarme, tampoco estaba en condiciones. Encima mi hija del medio perdió el trabajo en medio de la cuarentena. Todo se complicó”.
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Así fue que el mendocino atravesó más de 70 días “viviendo como un indio: haciendo fuego con leña, con una olla y un jarrito”. “Por suerte, hasta ahora no me enfermé y tampoco sufrí inseguridad. Los policías me cuidaron y se portaron muy bien conmigo”, apuntó.
Las primeras actividades flexibilizadas permitieron algo más de circulación en las calles que rodean al parque y eso permitió que una empleada de los Tribunales Federales se solidarice con Oscar. “Me quedé sin plata y sin comida, pero hubo gente que se acercó, como Carolina y un policía, a quienes considero mis ángeles, que me trajeron comida, utensilios y ropa”, contó el hombre.
En los últimos días, el socio de Oscar finalmente consiguió la autorización para circular con su camioneta y llegará a buscarlo en el transcurso de esta semana para reencauzar el proyecto que ambos tienen en las sierras de Córdoba.
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