Hacía un año y medio que Miriam no recorría los 395 kilómetros que separan a Malagueño de Pueblo Italiano, lugar donde reside su mamá de 76 años. Hacía poco había sufrido una quebradura y necesitaba asistencia.
Antes de viajar, Miriam y una amiga hicieron las consultas pertinentes para poder viajar. “Para ingresar al pueblo sólo necesitan el permiso de circulación”, fue la respuesta que obtuvieron. Lo tramitaron y partieron. En el viaje no fueron controladas.
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Una vez en Pueblo Italiano, la primera consulta la recibieron de un policía que se acercó hasta la casa para corroborar si tenía hecho el hisopado por coronavirus. Ante la negativa le pide el resto de la documentación y le dice que se quede tranquila que iba a la Municipalidad para chequear pero que “estaba todo bien".
El problema comenzó cuando a las pocas horas otra persona golpea la puerta de la casa: “Una persona vestida de vaquero, zapatos, sin ningún tipo de identificación, me dijo necesito hablar conmigo”, cuenta Miriam quien aclara que el individuo se identificó como policía.
Bajo amenaza. “Cuando ingresa, ya empieza bajo amenazas a pedirme el hisopado”, cuenta Miriam quien le explica que ya le había dado todos los datos y la documentación al agente que había pasado más temprano. Sin embargo la respuesta fue: “ Ese policía no sabe nada y ese certificado no le sirve para nada”.
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Acto seguido, el policía le ordena a Miriam que debe quedarse 14 días en aislamiento en la casa de su mamá: “O haces 14 días de aislamiento acá o ya te llevo detenida a Río Cuarto”.
Ante la sorpresa y la imposibilidad de quedarse porque debía volver en 24 horas, Miriam decide emprender el regreso a Malagueño: “Tomo la decisión de volverme, salí y me vine con mucho miedo, caminé rápido el auto porque tenía miedo de que me parara la Policía”.
Pero la historia no termina ahí: el mismo oficial volvió a la casa de su mamá en Pueblo Italiano y le hizo firmar un documento “bajo amenazas” donde la obligaban a hacer el aislamiento. “Mi mamá me llama desesperada porque piensa que la tienen encerrada y no entiende lo que está ocurriendo”, cuenta Miriam quien además explica que a los negocios del pueblo le dijeron que si la atendían iban a ser clausurados.
Desde Malagueño, Miriam llamó al COE y la respuesta ante su consulta por todo lo que había pasado fue contundente: “El COE me confirma que todo lo que hicieron en el pueblo está mal”.
Finalmente, llegó el pedido de disculpas. Nuevamente una visita a la casa de su mamá le puso punto final a la historia: “Le dijeron a mi mamá que todo había sido un malentendido y que podía salir libremente porque no estaba en cuarentena”.
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