El sacerdote Mariano Overlin realiza un trabajo invalorable en barrio Müller, Acosta y Maldonado. Ayuda a los jóvenes de la calle o en conflicto con la ley, en los talleres de oficios del Centro de Prevención Local de Adiciones “Los Galpones”.
Asisten 220 alumnos que quieren aprender a ganarse la vida trabajando para dejar la droga y la delincuencia. La mayoría son vecinos del Centro con historias difíciles que no les gusta recordar. “Andaba en la calle robando”, dice Segio. MIentras que otro confiesa "me echaron del colegio por mala conducta”.
“Al final generan un resentimiento tan grande en el corazón de los chicos que termina enardeciendo los ánimos de la gente”
Sin embargo, el esfuerzo puede caer en saco roto. Los controles policiales son tan rigurosos que muchas veces los detienen antes de llegar a los talleres. Les miran los antecedentes y sin muchas vueltas los detienen y se los llevan a la UCA.
El cura ya no soporta la situación y pide explicaciones a la Policía, porque no dejan que los alumnos lleguen a los talleres. “Al final generan un resentimiento tan grande en el corazón de los chicos que termina enardeciendo los ánimos de la gente”, dice el sacerdote.