Las cámaras de vigilancia de una cerrajería ubicada en Av. Colón al 881 fueron clave para descubrir la verdad. Los trabajadores nunca se imaginaron que había sido una clienta quien les había robado.
Uno de los empleados del comercio cobró un importante dinero por un trabajo que habían realizado y lo dejó arriba del mostrador ya que, antes de guardarlo, primero lo desinfectan para evitar posibles contagios de coronavirus. Mientras tanto Paulo, el dueño del lugar, se encontraba atendiendo a una mujer, vecina del barrio.
Cuando terminó de hacerlo, se dispuso a contar los billetes: ahí se dio cuenta de que había un faltante de unos 4 mil pesos. El comerciante entró en desesperación ya que en estos momentos de cuarentena todo ingreso es fundamental para poder seguir manteniendo el negocio en pie.
Allí fue cuando Paulo y su empleado tuvieron un altercado con acusaciones cruzadas, todo producto de la angustia del momento.
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Lo cierto es que ninguno de los dos había sospechado de la clienta que estuvo dentro del local. Se trata de una mujer a la que le hicieron el favor de dejarla pasar porque pagó su cuenta con una tarjeta de crédito internacional del tipo “Black”, que sólo son otorgadas a usuarios exclusivos de algunos bancos.
Al revisar los videos de la cámara de seguridad, el dueño de la cerrajería descubrió que había sido esa señora quien aprovechó su distracción mientras utilizaba el posnet para agarrar el fajo del billetes y quitar algunos del medio, sin correr la banda elástica que los sostenía ni generar sospechas.
La confrontación
Tras hacer algunas averiguaciones, Paulo pudo conseguir la dirección de la sospechosa y la confrontó. El dueño de la cerrajería aseguró que la mujer le devolvió el dinero y dijo estar arrepentida.
Sin embargo, se mostró indignado porque “vive en una buena casa, tiene auto y se nota que no es alguien que tenga la necesidad de robar. A nosotros nos hizo mucho daño”.
Paulo, dueño de la cerrajería.
Además del duro momento, y de asegurar que nunca sospechó de la mujer porque incluso tenía bolsas llenas de mercadería en el momento del robo, el comerciante aprovechó para pedirle disculpas públicas a su empleado por el mal momento que tuvieron que vivir ambos a causa de la delincuencia.