En barrio Müller, en lo que alguna vez fue la nave de una parroquia, 29 alumnos de primer y segundo año buscan las herramientas para un mejor futuro. Los adolescentes forman parte de una de las 12 escuelas profesionales que hay en Córdoba, en este caso, con orientación a programación.
El proyecto es impulsado por el padre Mariano Oberlin y nació como respuesta a la principal problemática de la comunidad: el narco. "Acá todos los días te abren un kiosco de droga nuevo, cada vez los chicos tienen más ofertas para ir por caminos que no les ayudan y les terminan destruyendo la vida”, comentó a Noticiero Doce el cura.
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La propuesta pretende darles conocimientos concretos a las nuevas generaciones y facilitarles el acceso al empleo para que no terminen en los negocios de las mafias. Así, también se trata de evitar la deserción escolar.
“A veces es muy difícil conseguir trabajo para los chicos de nuestro barrio, por portación de rostro o por su domicilio”, agregó Oberlin. Y remarcó: “Muchas veces hablamos de que hay que agarrar la pala, nos empezamos a preguntar qué alternativas hay a la pala”.
Cuentan con el respaldo de la Dirección General de Educación Técnica y Formación Profesional de la provincia y el programa Planea de Unicef.
Un aula llena de sueños
“Quiero estudiar porque es un camino”, reflexionó una de las alumnas. Y con convicción remarcó: “Te ayuda a llegar a muchas cosas, sin eso sería una fracasada, es lo mejor de la vida”.
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Aunque la mayoría de los chicos no tienen internet en sus casas, esperan que los conocimientos les sirvan para poder hacer de las computadoras las llaves para un mejor futuro.
No son los únicos que se animan a pensar en un mejor mañana. “Mi deseo es que los sueños de todos puedan juntarse y armonisarse para construir uno en común”, cerró al borde de las lágrimas uno de los docentes.